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Tacos de perro // By Luis Fabián Fuentes Cortés

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Por Luis Fabián Fuentes Cortés

Son casi las diez de la noche, el momento que me queda del día para leer las notas de las redes sociales. Uno de mis contactos celebra que en su “partido político” les darán un curso de liderazgo, al mismo tiempo celebra que en la franquicia electorera a la que pertenece los jóvenes son la fuerza. No dudo de que sean la fuerza, cada campaña electoral son los jóvenes los que reparten volantes, gorras, camisetas, agitan banderas en mítines y calles. Ninguno de ellos es líder, la mayoría jamás lo será. Incluso los supuestos líderes juveniles tampoco llegaran. Muchos de ellos estarán condenados a ocupar una silla como empleados en alguna administración municipal siendo jefes de la caja de clips y de la engrapadora. Ordenando a la computadora que abra el Facebook mientras reciben órdenes de un jefe, autoproclamado líder, llevado a un puesto administrativo por multitudes que balaban al unísono una majada motivada por la gorra, la camiseta, la despensa y un empleo temporal, los más idealistas esperaban un cambio, son los más ilusos por que esperan saciar su sed en aguas puercas, los otros, al menos, tienen camisetas. Mientras leo sobre su curso de liderazgo no puedo evitar pensar en cuantos cursos y talleres para ser líder tomaron los personajes históricos. ¿Cuántos habrán tomado Villa, Zapata, Alejandro Magno, Napoleón, Churchill, Lenin, Hitler? ¿Cuántos retiros de fin de semana y cuánto habrán pagado Atila el huno, Morelos, Gengis Kan, Julio César?

Continúo deslizándome por el Facebook y encuentro a un par de mis contactos que defienden la mediocridad con la idea de las inteligencias múltiples. Si tan solo supieran que esa charlatanería ha sido refutada. Se apela, románticamente, a que no hay una persona más inteligente que otra. La realidad, afortunadamente, suele ser menos romántica, más compleja y nuestros deseos suelen importarle muy poquito. Se dice, en el marco de la “teoría” de las inteligencias múltiples, que los deportistas desarrollan mejor la inteligencia corporal y que los científicos desarrollan la inteligencia lógico-matemática. Entonces, lo que hablamos es que tanto un deportista y un científico son igualmente inteligentes y que podemos, por lo tanto, olvidar el asunto de la genialidad de uno sobre el otro. El asunto se cae cuando recordamos que aún en campos separados existen individuos más dotados que otros y ya no podemos comparar a Messi con nuestros poco agraciados delanteros del seleccionado nacional.

Gardner, el creador de la “teoría” de las inteligencias múltiples, y que además escribió ese libro sobre inteligencia emocional que tu tía lee junto con los libros de Og Mandino, confundió la inteligencia con la habilidad o talento que tienen las personas. Gardner mismo ha aceptado que las llamó «inteligencias múltiples» porque si hubiera utilizado las palabras habilidades o talentos nadie habría comprado su libro. Los creyentes en inteligencias múltiples y emocionales terminan comprando otro libro de superación personal que los haga sentir chingones, únicos y especiales mientras presionan a la engrapadora, único objeto sobre el cual ejercen autoridad, para unir un par de hojas que constituyen el informe que entregaran a su jefe… el cual no tiene duda sobre quien es el ser superior en la oficina. En el 2006 se realizó el primer estudio sobre las inteligencias múltiples, mostrando evidencia y no solo discursos como lo hizo el magufo Gardner, y se demostró que la “teoría” de las inteligencias múltiples valía un poquito menos que un taco de carne de perro con salsa de la que no pica. Dejo la cita del estudio más abajo por si alguno de mis esforzados lectores quiere revisarlo. Aun así, al igual que con el liderazgo, los cursos de inteligencia emocional siguen proliferando, impartidos por oscuros personajes líderes de la nada, pero con buena retórica y harta emoción cuando platican, digamos que ellos aderezan el taco de carne de perro con salsa de la que sí pica, pero sigue siendo de perro. Pero, como suelen ser deliciosos y hay mucha gente con hambre de que le digan que lo está haciendo bien con su vida mientras ignora la realidad, los tacos se venden y se venden bien.

“Usted es chingón”… Clama otro de mis contactos mientras anuncia que está escuchando a uno de esos motivadores que contratan las empresas para recordarle que debe ser productivo, aunque su productividad no esté reflejada en la monserga que recibe de salario, que su familia debe ser su motivación, aunque los horarios de su empresa, ajustados a las necesidades de producción y no a sus asuntos personales, no le permitan una vida familiar plena. “Usted es chingón” grita el tipo desde el pulpito, cuando sabe que la cadena de mando en los últimos niveles ya tiene dueño y que a lo más que aspiran los gritantes es a llegar a los mandos medios si tienen suerte. Usted es importante para la empresa, hasta el día que lo despidan porque ya no es productivo. Por cierto, ¿ya notaron que nuestra generación no gozará de buenas jubilaciones? Regresan a casa siendo un engrane más brillante, que gira más rápido, pero no dejan de ser un engrane.

Apago la computadora, demasiado internet e interacción social por un día. Pienso en la gente que se tiene que lavar el coco todos los días gritándose a sí misma “Usted es chingón” para poder adaptarse y seguir trabajando, el que se tiene que recurrir a mentirse pensando que es talentoso en algo y que debe aferrarse a ello para no tener que cubrir esas áreas en las cuales jamás desarrolló habilidad y que es más cuestión de flojera y mediocridad el no ponerse a trabajar en ello. Pienso en la individualidad que se refleja en los foros donde se pasa de la competencia agresiva por ser “el mejor” para la empresa a la mediocridad de cerrarse a ese único panorama del tema laboral. En el aspirante a líder que desea ser seguido, aunque sea por su perro, aunque el mismo no sabe el rumbo y en el fondo no es más que un seguidor, sin ideas ni iniciativa propia, al servicio de los intereses de sus superiores. “Usted es chingón”… que se chinguen los otros.

Visser, B. A., Ashton, M. C., & Vernon, P. A. (2006a). Beyond g: Putting multiple intelligences theory to the test. Intelligence, 34(5), 487-502. doi:http://dx.doi.org/10.1016/j.intell.2006.02.004

Visser, B. A., Ashton, M. C., & Vernon, P. A. (2006b). g and the measurement of Multiple Intelligences: A response to Gardner. Intelligence, 34(5), 507-510. doi:http://dx.doi.org/10.1016/j.intell.2006.04.006

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