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Así Fue La Emboscada En Arantepacua, En Voz De Los Policías

STAFF/@michangoonga/RED113

El miércoles 5 del presente mes lo que sería un operativo antimotines habitual, el cual tenía como meta recuperar una veintena de vehículos retenidos por comuneros, se convirtió en una pesadilla para varios policías, ya que a su ingreso a la comunidad de Arantepacua, municipio de Nahuatzen, fueron emboscados y hubo siete heridos por arma de fuego.

Para algunos de ellos la vida ya no será igual. Uno quedó con el pie destrozado; un proyectil presuntamente disparado con fusil automático AK-47 le partió en tres esa parte del cuerpo y requerirá varias cirugías para tratar de reconstruir músculo y tejido.

Otro de ellos se debate entre la vida y la muerte; un proyectil penetró en su abdomen afectando órganos vitales. Los médicos ya le cercenaron parte importante del intestino, lo que la ciencia médica dictaba, y ahora los familiares, en la angustia y la zozobra, esperan un milagro.

Todo cambió para estos agentes, y algunos de ellos, en su convalecencia, contaron su historia en testimonios grabados en video y que obran en poder de esta agencia de noticias.

De todos se omiten sus generales por cuestiones de seguridad. Todos recalcan que estaban desarmados y usaban únicamente su equipo antimotín cuando se metieron a lo que, con el paso de los días, dicen, resultó ser “la boca del lobo”.

“Íbamos completamente desarmados, oí disparos como si fueran abejas que pasaban cerca de mí, me quise parapetar en una barda y fue cuando sentí el impacto en la cadera, aun así avancé y seguí sintiendo proyectiles sobre mi persona y vi que atrás otros compañeros caían heridos de bala”, dicen en las narraciones.

No podían sacarlos por los bloqueos carreteros

El hombre recordó que sus colegas le gritaban a los paramédicos y entre la lluvia de disparos sus compañeros rescatistas del Grupo de Operaciones Especiales lo sacaron del lugar.

“Empezaron a hablarle a los paramédicos, pero nos seguían disparando, después nos subieron a una patrulla de la Policía Ministerial y no podían sacarme por carretera ni con la ambulancia porque había bloqueos carreteros”.

El entrevistado comentó que había gente armada en la serranía y refirió que por su aspecto no parecían campesinos: “Alcancé a ver a muchas personas armadas en el cerro, iban vestidos con pantalón de mezclilla y camisas, no se veían campesinos ni ejidatarios los que estaban disparando”.

Se comunicó con su mujer

El oficial compartió que ante lo ocurrido decidió hablarle a su esposa y contarle lo que había pasado, ya que en el trabajo policial se está entre la delgada línea de la vida y de la muerte y quería escuchar la voz de su mujer: “Le hable a mi esposa, le dije que no se preocupara que no le contara a los niños, tengo uno 10 años y otro de cinco, uno ya está uno mentalizado de que algo así puede suceder”.

Un hombre de rojo con un “Cuerno de Chivo”

Otro de los elementos manifestó que la gente en un primero momento los acorraló para arrojarles todo tipo de proyectiles: desde piedras, palos y lo que hallaban a la mano y añadió que después vinieron los disparos.

“Al momento de que llegamos al pueblo ellos (los comuneros) corrieron entre las parcelas como para acorralarnos, nos aventaban piedras, palos y les arrojamos gas, luego se empezaron a escuchar detonaciones de arma de fuego.

“Fuimos avanzando, nosotros sólo con nuestros escudos, dimos la vuelta y se oyeron más descargas de arma de fuego y me hirieron en la pierna, me voltee para ver y vi mi sangre, me asusté y aventé el escudo.

“Le grité al paramédico, pedí ayuda, él me paró el sangrado con un torniquete y me subieron a una patrulla y me sacaron de la ‘zona roja’. Se veían personas armadas, un hombre de rojo corría para un lado y para el otro con un ‘Cuerno de Chivo’, disparaba y se escondía. Las detonaciones venían del cerro y de las casas”.

Al principio confundieron los disparos con petardos

Los policías en un principio confundieron las detonaciones de arma de fuego con tronidos de petardos, pues en ese tipo de casos los manifestantes les suelen arrojar ese tipo de explosivos, explicaron.

“Pensamos que eran ‘cuetes’, nosotros no nos habíamos dado cuenta de que nos disparaban, cuando al final supimos que eran detonaciones de arma de fuego yo me cubrí en un carro blanco, voltee hacia adelante y había ocho sujetos armados, me hice hacia atrás para que no me dieran, pero sentí el impacto y vi que también cayó un compañero, le dieron en una pierna, fui a auxiliarlo y escapamos”.

No eran comuneros los agresores

Los agentes coincidieron en referir que los sujetos que los emboscaron en Arantepacua no eran pobladores sino miembros de la delincuencia organizada: “El pueblo como tal no tiene para comprar ese tipo de armamento”, sentenció uno de los oficiales.

De los siete oficiales heridos, seis ya causaron alta y continúan en recuperación en sus domicilios particulares. Algunos tal vez ya no puedan reintegrarse a sus funciones.

El otro permanece hospitalizado y en espera del milagro. Sus compañeros, como esa mañana de la emboscada, no lo han dejado solo. Le rezan por su vida.

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