¡La UMSNH se va a la quiebra! // By Camila Cienfuegos
Por Camila Cienfuegos (escribana de invierno)
(Antes aguántenme, orita voy con lo de la Uni):
Imagine usted un divorcio. Una separación, hasta cierto punto cordial entre papá y mamá y, entre ellos, tres chiquillos. Imagine a una mamá voraz, de esas “luchonas” que gusta de tener a sus hijos muy consentidos, con buenas ropas y zapatos, fiestas de cumpleaños y vacaciones dos veces al año con lo mejor de lo mejor. Igualmente se contrató una sirvienta para cada uno de los tres chicos, así como tres choferes con tres autos para llevarlos a donde quisieran. La mamá también contrató sirvientes para ella pero de mayor lujo y hasta un par de amantes parásitos: el señor eSPUMoso y el más sinvergüenza: el señor iSUEUMías. Para todos alcanzaba el recurso porque además el abogado de la señora había salido re-bueno pa´tumbarle la lana al exmarido que, para cumplir con la cuota, ahora tenía que pedir prestado.
(Aguanten, ay voy con el tema de la Michoacana)
El exmarido poca atención le prestó a la buena vida que su mujer y sus hijos se daban a sus costillas porque, él mismo gustaba de malgastar dinero sin contar con que tenía otras familias que atender, pero un buen día les pidió que fueran más austeros ya que los negocios no estaban saliendo bien. La respuesta de su antigua familia fue violenta: “¡Nos vale madre; tú estás obligado a mantenernos por ley!”. La desafortunada respuesta fue algo así como un “somos autónomos pero te toca mantenernos porque es tu obligación y sin cuestionarnos”.
(Sigo pendiente con lo de la Uni)
Un buen día, y como cada año, la mamá organizó una fiesta abierta para el más chiquitín de sus hijos y al convite llegaron los amiguitos a pasársela bien, pero así de la nada aparecieron unos chamacos que dijeron que no los habían invitado de manera personalizada y especial por lo que llegaron muy molestos a fastidiar la pachanga. La mamá les explicó que sí se les había hecho la invitación, pero que no la habían recogido a tiempo. Los chamacos ofendidos tomaron por asalto la vivienda, se apoderaron de la cocina, luego del baño y posteriormente de la sala. En poco tiempo echaron a todos de la casa justo cuando la fiesta comenzaba.
(Ya voy, ya voy)
El acontecimiento fue observado por el padre de la familia que se ofreció personalmente para retirar a los chavos que los despojaron, pero la respuesta de la mamá fue tajante: “¿Pero qué te pasa? ¿No ves que son unos niños? Espérate mejor a que platique con ellos”.
La mamá intentó platicar con los supuestos agraviados pero éstos la ignoraron al principio, luego condicionaron su salida a cambio modificar las reglas de la fiesta y los invitados, cosa que la mamá no aceptó. Luego le dijeron que ya no la querían a ella como la dueña de la casa; que en la siguiente fiesta ellos deberían ser los primeros en ser invitados y que una vez aclarado el problema, tenían que pedirles disculpas. La mamá, con todo y lo sobreporotectora que era tampoco aceptó la propuesta… y así se la llevaron por meses.
(No coman ansias, ay voy)
El papá vio una buena oportunidad para zafarse del lío económico y dejó que el problema creciera, ignorándolo por completo. Al poco tiempo, la casa estaba inhabitable, maloliente, la comida echada a perder, los muebles rotos y se había reportado el robo de alhajas y aparatos electrónicos. El padre impugnó ante el juez y alegó que pagaba mucho dinero por servicios que no estaban siendo usados; que debía mucho dinero, que ya no tenía trabajo y que literalmente estaba en quiebra. En un careo con la esposa y los hijos, les propuso que la mamá también trabajara y que en lo posible, los hijos hicieran lo mismo para aportar algo a la casa, pero la familia se sintió ofendida y se negó de manera categórica a la propuesta que calificaron como ofensiva.
(Ya merito, ya merito)
Sabe usted, señor juez –le dijo el padre de la familia-, yo antes tenía dos empleos y un negocio. Todo marchaba más o menos bien pero por una crisis, en el negocio bajaron las ventas y tuve que cerrarlo. La crisis luego se agravó en todos los sectores y perdí uno de mis empleos. Ahora la lana que gano con este único trabajo ya no me alcanza para mantenerlos por lo que me declaro en quiebra.
Bajo la máxima del derecho de que “nadie está obligado a lo imposible”, y que en el país ya había antecedentes de casos similares, el juzgador falló en favor del exmarido por carecer de recursos.
Aún con el fallo adverso para la familia, el juzgador fijó al padre una cuota mensual de dinero que sería usado única y exclusivamente para forjar una carrera o un negocio para sus hijos pero éstos se negaron alegando que eso no era digno para una familia centenaria y de gran tradición como la suya “¡La educación no se mendiga, se exige” -le dijeron en tono molesto.
Al final, la mamá terminó prostituyéndose y los hijos se volvieron drogos y desempleados, y culparon de todos sus problemas al papá que… con el tiempo, se consiguió otra mujer más… racional y chambiadora.
…Ahora sí, vamos con lo de la Universidad…
… ¿Dije que iba a hablar de la Universidad? ¡Ash! Ya no me acuerdo.
Aclaro que esto es solo una teoría como muchas otras que hay pero…si nos ponemos en el mismo papel mamerto pseudoizquierdista de que todo es un “compló” del sistema opresor, pues aguas. Si la tendencia del Estado mexicano es desaparecer a la educación pública superior ¡aguas! Este tipo de movimientos disfrazados de protesta están quedando a todas margaritas para lograrlo.
¡¡Excelente miércoles para todooooooooooos!!