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El 24 de enero de 2013, dos días antes de su cumpleaños, Itzel Romani, de once años de edad fue a vender números para la quiniela y a las 5 de la tarde se fue a la iglesia con una amiga para escuchar la “hora santa”,en su pueblo en el municipio de Axtla de Terrazas, localizado en San Luis Potosí, cuando desapareció.
Tras las intensas búsquedas, que emprendió su familia, se localizó su cadáver gracias a la declaración que el feminicida Filiberto Hernández Martínez hizo ante las autoridades que lo habían aprehendido por portar una pistola perteneciente al Ejército, sin contar con la licencia correspondiente.
Filiberto Hernández coordinaba las actividades de catequesis en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. De acuerdo con la madre de Itzel, el agresor declaró que la interceptó antes de que entrara a la iglesia y la subió a su camioneta, para después estrangularla y asesinarla.
El detenido indicó el lugar en el que dejó envuelto el cuerpo de Itzel Romani, mientras que a la madre de la niña le llevaron fotografías de la osamenta y objetos para que hiciera el reconocimiento de su hija. Pese a que Gloria Castillo reconoció los objetos (ropa y zapatos), las autoridades nunca le devolvieron las pertenencias, por lo que desconoce si están bajo resguardo para ampliar las investigaciones.
El caso de la pequeña, con expediente 126/2014, se encuentra en el Juzgado Segundo de Ciudad Valle. Los representantes legales del Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social AC dicen que también hay anomalías, puesto que se basaron sólo en la declaración de Filiberto Hernández Martínez, cuando tenían más elementos y pruebas que incorporar a la investigación del delito.
Con el antecedente de exoneración para el agresor en el caso de la niña Adriana Martínez Campuzano, tras haber alegado tortura, se corre el riesgo de que también ocurra lo mismo en el caso de Itzel Romani, por lo que solicitarán que se integren más pruebas y se aplique el Protocolo Estambul.