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Antes de que concluya el año, la Secretaría de Hacienda y Créditos Públicos va a aplicar un incremento de precios a las gasolinas cuyo porcentajes están aún por confirmar, en el cual entrará en vigor a partir del 1 de enero del 2017.
Fuentes del sector energético revelaron que este aumento se va a plicar dos meses antes de que la Comisión Reguladora de Energía (CRE) ponga en operación los lineamientos y la metodología para la liberación del precio de los combustibles, prevista para febreo del próximo año.
Según algunas estimaciones recientes apuntan a cifras arriba del 20%, el gasolinazo más brutal en muchos años, el litro de Magna no lejos de los 17 pesos, en lugar de los 14 actuales.
Hay excelentes ideas con un pésimo “timing”. Que mejor ejemplo que en el sexenio peñista es la Reforma Energética. Se liberalizó el sector en 2014, justo cuando los precios del petróleo iniciaban un largo y profundo desplome. Ahora los precios de la gasolina iniciarán ese proceso, justo cuando hay un peso impresionantemente depreciado frente al dólar y los precios del petróleo inician una tendencia al alza, gracias a los acuerdos de muchos países productores. Libre, el precio irá para arriba.
Sin embargo, la gasolina crecientemente cara y sujeta a las fuerzas del mercado. Un paso más, necesario, en el reconocimiento de que México ya no es una potencia petrolera. Las reservas probadas y producción seguirán a la baja por años, al menos hasta que la inversión privada logre revertir la tendencia. Otro problema es la insuficiente, y crecientemente deficiente, capacidad de refinación. La importación masiva de gasolina ha llevado a que, lo impensable, la balanza comercial petrolera sea deficitaria desde hace más de dos años.
Costos inmediatos del gasolinazo son varios, y al menos destacan tres. Uno es el trancazo a los bolsillos de la población, si bien la magnitud del golpe va a depender del tamaño del tanque, pues afectará más a aquellos que más dinero tienen. Lo cierto es que los dueños de camionetas gigantes no van a pestañear ante el aumento, por más que vayan a quejarse al respecto. Pero habrá personas cuyo ingreso sí se resentirá. ¿Qué dejarán de consumir para mantener su compra habitual de combustible?
Esto aparte del aumento en los precios en general, y que también golpean a la población. Por cada punto porcentual que sube la gasolina Magna, la inflación se incrementa directamente en 0.37 puntos porcentuales. Para la Premium el impacto es mucho mejor, pero de todas formas significativo (0.052). Un aumento de 20% en todo el país implicaría, por ende, una subida en la inflación en el mes de 0.84%. Eso sólo por gasolina, y sin considerar la “cascada” de aumentos que seguiría.
El tercer costo es el político. En la memoria colectiva está la promesa del presidente Peña Nieto de “no más gasolinazos” gracias a la Reforma Energética. Lo cierto es que esa promesa era sólo por un tiempo (durante 2015, después de un aumento a inicios del año), y así se cumplió.
Por ello, no se puede, ni debe, subsidiar la gasolina. La administración Peña deberá enfrentar la furia popular ante una medida positiva en un pésimo momento. Hay cosas buenas que cuentan mucho, pero que parecen malas. El gasolinazo con el que iniciará el año en pocas semanas es una de ellas. La paradoja, en ese sentido, es que, a nivel macroeconómico, para las finanzas públicas, el final será feliz.
Con info de AGENCIAS