STAFF/@michangoonga/Red-113
Es tiempo de conversión, es tiempo de salvación, es tiempo de misericordia.
“Aquí en Ciudad Juárez, como en otras zonas fronterizas, se concentran miles de migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar tantos mexicanos que también buscan pasar al otro lado. Un paso, un camino cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tránsito humano”, dijo el Papa Francisco durante la celebración de la misa multitudinaria en El Punto.
Este año de la misericordia, y en este lugar, quiero con ustedes implorar la misericordia divina, quiero pedir con ustedes el don de las lágrimas el don de la conversión.
Señaló que no podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos.
El Santo Padre dijo que esta crisis que se puede medir en cifras, nosotros queremos medirla por nombres, por historias, por familias. Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado.
Frente a tantos vacíos legales, precisó, se tiende una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres. No sólo sufren la pobreza sino que encima sufren estas formas de violencia.
“Injusticia que se radicaliza en los jóvenes, ellos, -carne de cañón-, son perseguidos y amenazados cuando tratan de salir de la espiral de la violencia y del infierno de las drogas”, afirmó.
El Papa Francisco dijo ¡No más muerte ni explotación! Siempre hay tiempo de cambiar, siempre hay una salida y una oportunidad, siempre hay tiempo de implorar la misericordia del Padre.
“Como sucedió en tiempos de Jonás, hoy también apostamos por la salvación; hay signos que se vuelven luz en el camino. Sé del trabajo de tantas organizaciones de la sociedad civil a favor de los derechos de migrantes. Sé también del trabajo comprometido de tantas hermanas religiosas, de religiosos y sacerdotes, de laicos que se la juegan en el acompañamiento y en la defensa de la vida”.
Reconoció que estas personas asisten en primera línea arriesgando muchas veces la suya.
Terminó diciendo que es tiempo de conversión, es tiempo de salvación, es tiempo de misericordia.
Asistieron más de 220 mil personas, entre las que estaban mil 600 familias víctimas de la violencia, 70 madres de mujeres desaparecidas, 100 tarahumaras, 100 migrantes, 100 personas con capacidades diferentes.
En la ceremonia religiosa participaron 250 obispos y sacerdotes de la diócesis local, de la diócesis de la Provincia Eclesiástica de Chihuahua y de México, así como de algunas diócesis de Estados Unidos.
La celebración eucarística se llevó a cabo en El Punto, un predio que ocupaba la Feria Juárez, a un costado del Estadio Olímpico Benito Juárez.
Participaron en este acto religiosos el coro integrado por 45 personas, 30 músicos en la orquesta y numerosos cantantes del Coro Diocesano Canta y Camina.
Jorge Bergoglio antes de llegar a El Punto, hizo un recorrido en el papamóvil por el interior del Estadio Olímpico Benito Juárez donde miles de personas recibieron el saludo del Sumo Pontífice.
Después arribó a El Punto para dirigirse a rezar ante la Cruz del Migrante situada en el bordo del río Bravo y que simboliza a los migrantes fallecido en su intento de cruzar al vecino país del norte en busca de mejore condiciones de vida.
Para luego realizar la celebración de la misa, acompañado de obispos, sacerdotes y ministros de la Iglesia Católica.
En su mensaje de despedida, el Papa agradeció a todos los que colaboraron en su visita pastoral.