STAFF/@michangoonga
Al interior de la Normal Rural ‘Raúl Isidro Burgos’ de Ayotzinapa, se vive un mundo de vicios y delitos como lo es el consumo y tráfico de drogas, golpizas, alcohol en exceso y acoso escolar y sexual, todo ello como medida represiva contra quien no se suma al grupo estudiantil que controla la escuela.
Ello lo asevera el ex director de dicha escuela, Jaime Solís Robledo, en su momento amigo de Lucio Cabañas y exalumno del maestro izquierdista Othón Salazar -cuya gestión se desarrolló entre 1999 y 2000-, y que decidió denunciar tales situaciones en un libro de reciente aparición aún con los riesgos que esto conlleva para su propia seguridad personal.
Solis Robledo exhibe que la vida de esa escuela la rige en realidad no una autoridad educativa sino el Comité Estudiantil, el mismo que mandó a los 43 alumnos de primer ingreso a Iguala, donde
perdieron la vida a manos del crimen organizado.
A través de 61 páginas, en el capítulo ‘Ayotzinapa y yo’, detalla una serie de anomalías en la vida cotidiana del plantel tales como alcoholismo, riñas cotidianas, robos y, lo más delicado, tráfico de mariguana, que dice, se registran desde hace más de dos décadas, por lo menos.
Dichas situaciones refiere, las descubrió en una revisión de la autoridad educativa -cuando él era funcionario, antes de llegar a la normal-, la cual inició tras la toma estudiantil de 50 camiones y que derivó en la muerte de uno de ellos, procedente de Campeche, después de un forcejeo con policías a quienes querían desarmar.
Al conocer el asunto del tráfico de marihuana, según expone en 1988, dio a conocer el nombre y apodo de un exalumno que la introducía a la escuela. Sin embargo, reconoce, no presentó denuncia por consejo de colaboradores cercanos, quienes le advirtieron: “el gobierno del estado me dejaría solo. Decidí proteger mi seguridad y de quienes habían efectuado la investigación”.
El libro, puede ser útil consulta para entender el contexto social del caso Iguala, sobre el que la investigación oficial determinó que 43 alumnos de esa institución fueron secuestrados, asesinados y quemados; sin embargo, no ha incluido información sobre la forma y condiciones bajo las cuales opera internamente esa institución.
Solís Robledo explica cómo se conduce el Comité Estudiantil y revela un caso grave de acoso contra tres jóvenes a quienes no querían autorizar su ingreso al internado: “les hicieron la vida imposible”.
Por ejemplo, detalla: “Los actos de hostilidad consistieron en empellones […]; despertarlos en plena madrugada a cubetazos de agua, etc. […]. Uno de los tres me buscó en mi oficina implorándome que lo cambiara de plantel, pues ya no podía soportar el martirio al que fue sometido.
“Entre lágrimas me confesó que mientras dormía llegaron varios estudiantes que lo sujetaron de pies y manos, mientras uno de ellos le puso el pene en la boca. ¡Ayúdeme por favor! Escuché varias veces entre un llanto desesperado.
“No me quedó alternativa y me vi en la necesidad de ubicar a los tres en otras escuelas normales rurales”.
*Con info de larazon.com.mx