SOFTNEWS

Eres un capo, Joaquín// By @indiehalda

editoriales

Oscar vive con su esposa, su biblioteca musical, su perro y su gato en el sur de la ciudad más guapachosa del hemisferio occidental.  Una extraña mezcla de hipster, Godinez, otaku y cargador de central de abastos, Oscar opina de casi todo, regularmente sólo para quejarse. A Oscar le gusta el post-rock, Haruki Murakami, los atardeceres, el Boing de tamarindo y -para su desgracia- todo lo que engorda, alcoholiza o es socialmente reprobable. Pero hey, se la pasa bastante bien. Su columna habla del acontecer económico, político, social y cultural del DF visto por un moreliano de corazón.
Oscar vive con su esposa, su biblioteca musical, su perro y su gato en el sur de la ciudad más guapachosa del hemisferio occidental. Una extraña mezcla de hipster, Godinez, otaku y cargador de central de abastos, Oscar opina de casi todo, regularmente sólo para quejarse.
A Oscar le gusta el post-rock, Haruki Murakami, los atardeceres, el Boing de tamarindo y -para su desgracia- todo lo que engorda, alcoholiza o es socialmente reprobable. Pero hey, se la pasa bastante bien. Su columna habla del acontecer económico, político, social y cultural del DF visto por un moreliano de corazón.

Por Oscar Hernández

Las últimas 4 décadas de México han sido testigos del nacimiento y caída de varias organizaciones criminales especializadas en la producción y trasiego de drogas: los famosos cárteles. Aspirantes que se cuentan por miles viven y mueren buscando la gloria de una vida que es dadivosa, cruel y efímera  a partes iguales, esperando lograr la hazaña que los inmortalice en la forma de poder, dinero, mujeres y corridos.

Entre el mundo de historias que describen el fastuoso poder del narcotráfico, una ocupa un lugar especial en la mitología propia de esta cultura: la de un hijo de gomeros (sembradores de opio) de Badiraguato, un pueblo pequeño dentro de la zona de mayores tradiciones asociadas a los estupefacientes del norte del país. Un nombre elevado a leyenda: Joaquín Archivaldo Guzmán Loera. El Chapo.

Odiado, temido o venerado, es imposible no tener una opinión definida sobre la vida y obra del señor Guzmán. Sin embargo, haciendo a un lado los juicios sobre el daño que sus actividades generan en lo social, político y económico, la conclusión es inevitable: el hombre es –en lo suyo- un verdadero genio.

Hoy tocaré 3 puntos que refuerzan mi postura:

  1. Su instinto de supervivencia.  El narcotraficante que llega a la cima sabe que ahí comienza el fin: abatido a tiros, encarcelado, extraditado… las opciones son pocas pero definitivas. Poco a poco hemos visto la caído de los otrora llamados enemigos públicos, de las grandes cabezas: Osiel, la “Barbie”, los Beltrán Leyva, el “Lazca”, la “Tuta”… su muerte o captura representaba el fin de sus reinados y en ocasiones de sus organizaciones.

No con el Chapo. Su primera etapa en la cárcel (casi 9 años) encumbró al Cartel de Sinaloa. Esta segunda estancia en Almoloya, la que los entusiastas consideraban definitiva, resultó ser la obra cumbre del ejercicio del poder corruptor de Guzmán. Una fuga que oculta bajo su cómica sencillez (un túnel, qué cliché) un despliegue de personas y recursos –justo bajo las narices del gobierno federal- simplemente impresionante.

Por cierto, Ismael “El Mayo” Zambada, su mano derecha, sigue libre y seguramente coordinó los esfuerzos del escape de su jefe.

  1. Su capacidad administrativa. Montar una red internacional de cooperación y logística de un negocio ilegal es un triunfo en todo sentido, que sólo un puñado de empresas trasnacionales pueden presumir hoy en día, el Cártel de Sinaloa incluida. A la organización que encabeza Guzmán se le asocia con operaciones de drogas en todo Estados Unidos, una buena porción de Sudamérica, no pocos países de Europa y uno que otro asiático.

Esto sólo puede ser posible a través de la más intrincada red de contactos estratégicos de la que se tenga noticia en la historia reciente. Gente pagada en niveles bajos e intermedios a nivel municipal, estatal y no dudo que federal. Una red que cualquier lobista mataría por tener.

  1. Su habilidad en los negocios. Su amplia colección de narcotúneles es sólo una perla de ese rosario de brillantes ideas de transportación: juguetes, submarinos, muebles, chiles… los caramelos mágicos del Sr. Guzmán llegan a sus ansiosos consumidores finales de las formas más atrevidas y creativas. Un mercado que crece y se vuelve más exigente gracias a una oferta cuidadosamente planeada.

De igual manera, sus ganancias son lavadas a través de cientos de empresas e instrumentos financieros diseñados por expertos egresados de las más prestigiosas universidades del mundo: los narcos de traje y corbata.

Y todo ello liderado por un hombre de campo que sólo estudió hasta sexto de primaria.

Y hoy, después de una segunda fuga y con cientos de teorías sobre las circunstancias que lo rodearon, se puede decir que al hombre simplemente se le dio la gana poner patas arriba a todo el sistema penitenciario mexicano y de paso ponerle una golpiza a la ya de por si apaleada imagen del ejecutivo en México y el mundo.

Ahora, el señor Presidente, quien aseveró que sería “imperdonable” una segunda fuga del Chapo, debe tragarse sus palabras y –quizá ahora si- empezar a hacer control de daños: despedir a un par de peces gordos (aunque Chong insiste en que no se va y Rubido va casi llegando) y bajarle unas cuantas rayas a su discurso optimista.

Porque todo el teatrito se lo está tirando un campesino de Badiraguato. Un capo, el mejor de todos.

No es que lo admire, señor Guzmán. Pero wow, qué bien hace su trabajo.

Lástima que ese sea uno de los motivos por el cual el país se esté yendo al carajo.

Changoonga.com no necesariamente adopta como suyos los choros publicados en ella y deja en sus respectivos autores la responsabilidad de todos los pensamientos que aquí plasman, producto de las ardillas hiperactivas que habitan en sus cabecitas. Si te gusta, ¡dale like/ rt y comparte!

¿Tienes ideas y/o algo qué decir? Manda tu texto a columnachangoonga@gmail.com

Botón volver arriba