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Los primeros pasos de la mota legal: celebrando a lo pachamamerto // By Luis Fabián Fuentes Cortés

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LUIS-FABIAN-FUENTES
Nací en Zamora el primero de enero de 1982. Diría que soy el típico capricornio, pero no creo en tonterías. Mi vida académica me ha llevado a varias partes del país: Guadalajara, Querétaro, la Ciudad de México, Guanajuato, Salamanca y Morelia. Estudié Ingeniería en Industrias Alimentarias en el Tecnológico de Zamora, la maestría en Ingeniería Mecánica en la UMSNH, institución donde actualmente estudio el doctorado en Ingeniería Química. Profesionalmente, he sido consultor de algunas empresas y docente. Estoy casado con la ciencia y la tecnología, pero me gusta ser infiel y a veces me escapo y le pongo el cuerno con la música, la poesía y la Filosofía. En ocasiones he sido activista político, cuando la causa me convence, afortunadamente mi disciplina y ética no me da para pertenecer a ningún partido político.

Por Luis Fabián Fuentes Cortés

Debo señalar que soy un ingeniero, no un santo. No tengo necesidad de persignarme la bragueta antes de fornicar. Tampoco requiero jugar a las escondidas con mi vida sexual por temor al qué dirán. Tampoco tengo necesidad de negar mis vicios, todos altamente peligrosos para la salud física o mental: me gusta la cerveza artesanal, el cine erótico, los textos del Caliche y del Sup Tupa (dos muy buenos amigos que escriben en la zona underground de Morelia y Oaxaca respectivamente), caminar bajo la lluvia, los tacos de carnitas, enamorarme de las personas equivocadas, las historias de terror y relatos policiacos. Acepto que todas esas cosas tienen sus consecuencias y los veo como tal, cosas lúdicas que estimulan mi imaginación y a veces, entre todo eso, uno puede conocerse un poco más a sí mismo, mientras acepta que da dos pasos más rumbo a la sepultura. Por lo tanto, no he tenido necesidad de generar discursos justificantes o mamertos para hablar de estas cosas.  Incluso, también es necesario satisfacer la curiosidad del “qué se siente”. Fue por eso que me embarqué en un viaje con hongos alucinógenos en la sierra de Oaxaca (cosa que recomiendo solo en las condiciones adecuadas y como una experiencia interesante, sin caer en el vicio o en el exceso). Y también, fue así, bajo esa misma perspectiva que probé la marihuana en algún período de la vida.

Recuerdo que con un compa nos pasábamos horas en la azotea de su casa viendo pasar las nubes. Pero, nada del otro mundo, ni tampoco fue la gran experiencia, por eso pronto le perdí el interés y ahora es un placer que no comparto con algunos de mis amigos. Convivir con gente que se la pasa en el avión de la mostaza me ha permitido escuchar toda clase de notas sobre el asunto: “Te ayuda a entender mejor las matemáticas”. Eso es muy pinche falso, no conozco a ningún marihuano capaz de resolver un problema bajo la influencia de las drogas, tampoco sin ellas. “Los artistas son drogos por naturaleza”. Depende, conozco banda que no se mete ni el dedo y son excelentes creadores, también conozco gente que se mete toda la mano y que son unos completos cretinos con pinta de artista frustrado. “Es un regalo de la madre tierra”, bueno, ya antes he hablado de la gente que cambió al dios judeo-cristiano por la pachamama, su pensamiento entra en la misma categoría, es como si hubieran ido con chabelo a catafitxiar el miércoles de ceniza por el sábado de hierbitas. Si piensan que no les comentaré de ciertos tipos que hasta bailan y se hincan maceta en mano, se joden porque ya lo mencioné. “Hace menos daño por ser natural”. El veneno de las serpientes también es natural, deberían de probarlo bajo esa misma escusa. Lo cierto, es que más allá del estado de relajación y un incremento de la sensibilidad, no hay nada del otro mundo, ni se adquieren superpoderes, el daño cerebral, ese sí es muy real… La bioquímica y sus hijas aterrizadas en aplicaciones, la medicina y la farmacología, resuelven las dudas y eliminan los mitos en torno al consumo de la María Juana. Y aunque estas frases rayan en la inocencia, hay otras que no lo son tanto.

Desde hace años, entre la raza progre, especialmente los afectos al consumo de este tipo de plantas, se ha construido una frase: “El problema de la mota es la legalidad”. Precisamente ayer, la suprema corte dio el banderazo a la despenalización del consumo con fines lúdicos. Es decir, ponerse hasta las chanclas fumando Mary Jane será equiparable, legalmente, a ponerse hasta la cola con caguamas. Esta frase proviene de un análisis paupérrimo. Un análisis menos que superficial de las condiciones del mercado y la sociedad actual. Es cierto que detrás de la ilegalidad de la marihuana, y todas las demás drogas, se han construido imperios de corrupción, organizaciones criminales y luchas violentas. El narco es la expresión más descarnada del libre mercado donde las rutas y los clientes se pelean abierta y violentamente, sin reglas de competencia, como ocurre con los demás productos. Pero, deténgase un momento en eso porque ahí está el problema: el narco es un mercado libre y desregulado. Sería inocente negar que el narco pone y quita mandatarios, influye en las elecciones y tiene representantes legales. Esta no es una condición que ocurre solo en México, ocurre en todo el mundo con las organizaciones criminales, llámense cartel de Sinaloa, de Medellín, Bratva, Cosa Nostra, Procter and Gamble, Monsanto o Televisa. Es precisamente en el mundo del narco donde podemos ver a la burguesía actuar abiertamente, sin máscara, a diferencia de las empresas que dicen actuar en el marco legal y que acostumbran golpear bajo, en lo oscurito. Finalmente todas son empresas y buscan la ganancia y por ende la generación de plusvalía.

Desde hace mucho, estas mismas personas que dicen que el problema es la ilegalidad, acompañan con la frase de: “La mota ya no es negocio”. Imaginemos que esto fuera cierto. La marihuana, al igual que el resto de las mercancías que se ofertan en el mercado capitalista, se rige por las reglas de oferta y demanda, esto termina por influir en los precios. La única manera en que un consumidor podría escapar momentáneamente de este ciclo es bajo el esquema de auto producción, y digo momentáneamente porque tendría que adquirir otros insumos: herramientas, macetas, condiciones de invernadero que se ofertan en el mercado capitalista, incluso tendría que rentar o adquirir un espacio y pagar por el consumo de energía para mantener las condiciones de cultivo. Una de las claves del mundo capitalista es que una mercancía no permanece en el mercado si no genera ganancias. Entonces… Si el cultivo, distribución y venta de mota ya no deja ¿Por qué continua en el mercado? La razón es que sigue generando ganancias.

Tan lo sigue haciendo, que en Estados Unidos, en los estados donde se ha legalizado el negocio de la hierba, han surgido empresas que la comercializan en forma activa y que dejan fuera del mercado con suma facilidad a los pequeños productores.  Incluso, para aquellos que se dan golpes de pecho mientras le chupan sabroso al porro, se comienzan a desarrollar cultivos transgénicos de marihuana legal, lo cual contradice el santo catecismo pachamamerto. Más aún, en conjunto con estas empresas, la educación, la cual está para servir a los fines del capital, comienza a impulsar universidades donde se ofrecen carreras de ingeniería, mercadotecnia (carrera extraña considerando que ya no es negocio) y administración de empresas (jaque mate). Al igual que en otros mercados, las trasnacionales con experiencia en el ramo sacaran ventaja: farmacéuticas, agroquímicas… O ¿acaso Vicente Fox es una persona bien intencionada que no piensa en sus pesos y que piensa en el bienestar de un país? Don Chente es un empresario y como cualquier empresario vigila su ganancia y ve en la mota un mercado donde puede meter sus varos y sacar dividendos, por eso ha sido de los principales impulsores de la legalización.

El problema de la marihuana no es un problema de legalidad, es un problema de sistema. ¿Quiere resolver el problema? Entonces el cambio tendría que ser un asunto de sistema. Por eso a los hipócritas políticos progres, igual que a los abiertamente neoliberales les viene lo mismo legalizar o no. Simplemente van a apoyar a un burgués u otro dependiendo de la correlación de fuerzas del grupo burgués que puje más alto en las subasta. En pocas, el bisne solo cambia de manos y pasamos de la violencia abierta del mundo ilegal a la violencia institucionalizada. Esa que es apta y aplaudida para los que en unos meses dirán: “no veas Televisa porque te apendeja”, mientras le dan un jalón a su dosis de Blue Haze. Y algunos dirán: “La comenzaré a sembrar en mi traspatio”… La respuesta es: Sí, como no… seguramente junto a las macetas de jitomates orgánicos que utilizas para ensaladas un día sí y otro no, porque de cualquier manera tienes que ir a comprarle al maldito cerdo de las trasnacionales porque no te alcanza para completar para tu estofado de champiñones (traducido del lenguaje hípster más retorcido: sopa de champiñones). Aunque la mayoría de los consumidores ni siquiera es capaz de percibir o cuidar más tierra que la que tiene entre las uñas. Pero, en fin, ahora que es legal, al estilo de Eliot Ness, ya podrán decir sin culpa alguna de financiar al narco:

– Dicen que van a levantar la prohibición. ¿Qué hará usted entonces?

– Me fumaré un porro.

Solo que en el futuro, ya no financiaran a los burgueses abiertamente violentos, financiaran a los burgueses que son violentos en lo oscurito.

Nota: No se dañó a ningún pachamamerto mientras se escribía esta nota.

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