Oscura genialidad
Por Luis Fabián Fuentes Cortés
Se dice que mientras más genial es una mente, sus perturbaciones son mayores. Diría Aristóteles: No hay genio sin un gramo de locura. Sin embargo, a lo largo de la historia ha habido científicos cuya excentricidad rebasaba, con gran facilidad, el gramo de locura y daba para rayar en la tonelada.
Jack Parsons, investigador que diseñó los cohetes de propulsión a chorro, nunca tuvo una educación formal. Aun así, desarrolló el combustible de los cohetes utilizados por Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, su fama la debe a las anécdotas relacionadas con sus prácticas de ocultismo y el hecho de que se proclamó como “El Anticristo”.
Nikola Tesla, un genio que admiro a nivel personal por su concepción de la ética científica más que por sus aportes a la ciencia y tecnología, desarrolló el radio inalámbrico, el generador de corriente alterna entre otras cosas. Pero, igualmente, se hizo famoso por sus múltiples manías. Dormía poco, hacía demostraciones utilizando su cuerpo como conductor, era supersticioso, tenía especial afecto por las palomas y fobia por las mujeres con aretes. Existe una leyenda urbana sobre el diseño del rayo de la muerte. Lo oficial es que el mismo Tesla destruyó los planos para evitar el mal uso del proyecto. Sin embargo, la leyenda urbana señala que los planos fueron confiscados por el FBI.
Richard Feynman, uno de los desarrolladores de la teoría cuántica (nada que ver con las tonterías choprianas) y uno de los genios más grandes del siglo XX, ganador del Premio Nobel, practicaba artes como la pintura, la música y tenía un punto de vista muy abierto sobre la sexualidad. Era asiduo visitante de prostíbulos y bares table dance. Sus anécdotas se recogen en un texto, que por cierto es altamente recomendable, titulado: “Surely you’re jocking Mr Feynman”.
Feynman es el menos raro de los tres ejemplos. Sin embargo, haría falta añadir más personajes a la lista con sus respectivos transtornos, manías y desencantos. Afortunadamente, en la ciencia, los descubrimientos y aportes de cada científico no se validan en base a sus cuestiones personales. Nadie negará que la corriente eléctrica alterna funciona a pesar de que Tesla tuviera un cuarto lleno con palomas.
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