Empleo
Por Luis Fabián Fuentes Cortés
El letrero decía:
Se solicitan jóvenes ambiciosos para trabajar como ejecutivos de gran empresa internacional, con deseos de superación, que quieran alcanzar el éxito y ganar mínimo $ 2000 a la semana. No se requiere nivel de escolaridad ni experiencia. Trabajo sencillo, ofrecemos capacitación y oportunidades de crecimiento inmejorables.
Interesados presentarse de 10:00 a 14:00 horas o de 17:00 a 20:00 horas con la señorita Patricia.
A riesgo de sonar al abuelo Simpson, era el año de 1999 y en ese tiempo una buena borrachera con Tonayán nos costaba treinta varitos, y eso nos alcanzaba para el alcohol, un jugo de a dos litros y cacahuates, hablar de dos mil pesos a la semana era casi como un sueño.
Así que para un recién egresado de bachillerato, que aún no sabía si le interesaba o no seguir con la universidad, aquello sonaba realmente hermoso. Para rematar mi optimismo, ese mismo día, en los vídeo juegos, me encontré a dos compañeros de escuela, ellos ya habían asistido a preguntar por el empleo y lucían unos tarjetones color amarillo, impresos en cartulina, donde los citaban a capacitación al siguiente día.
Apresuré el paso y llegué al lugar de reclutamiento. La oficina no era tan lujosa, pero toda la gente que atendía vestía traje sastre color negro. Entregué mi solicitud a la recepcionista y pregunté por la señorita Patricia.
– Ella no se encuentra, pero lo estamos citando a capacitación para mañana a las 8…
– Creí que habría una entrevista…
– No es necesario, durante la capacitación se seleccionará a los mejores.
– ¿Me podría informar sobre el trabajo? ¿De qué trata? ¿Nos pagarán la capacitación?
– La capacitación no se paga, pero mañana le darán los detalles.
– ¿No es venta de herbalife verdad?
– No… mañana el capacitador resolverá todas sus preguntas.
Me extendió un tarjetón de cartulina similar al de mis cuates. Algo confundido, regresé a mi casa… Un poco más tarde me llamó mi amiga de grandes ojos que tanto me gustaba pero que jamás se enteró de ello.
– ¡Ya encontré trabajo! – Tenía ese tono de felicidad que me encantaba – Voy a trabajar en una empresa internacional, mañana debo ir a capacitación.
– Creo que es donde voy a trabajar yo también…
– ¿Es a las 9 por Jardinadas?
– Sí, donde mismo…
– ¡Súper! Pasa por mí temprano…
Y así fue como mis confusiones se evaporaron por algunas horas y salí, a la mañana siguiente, pensando en que con mis primeros dos mil pesotes llevaría a la niña de grandes ojos cafés y sonrisa rosa, al cine y a cenar (sí, era muy original y cursi, además pensaba en llevarle chocolates y flores al estilo del profesor Jirafales). Llegué a su casa y ella ya esperaba. Tomamos el micro y llegamos al lugar de la capacitación diez minutos antes.
Nos pidieron nuestros tarjetones de cartulina y nos condujeron a un salón. Había como veinte sillas, las cuales se ocuparon. De repente apareció un tipo que rondaba los veinticinco años. Peinado con exceso de gel, zapatos brillantes y traje negro con camisa blanca. Comenzó con frases de superación personal.
Dos años antes ya había tenido la desventura de escuchar un discurso de Miguel Ángel Cornejo, leer a Lara Castilla, Og Mandino y al infumable Carlos C. Sánchez, ya me sabía ese tipo de choros, hoy reciclados y sobre explotados por vendedores de libros como Chopra o Paulo Coehlo. El contenido sigue siendo el mismo: “Usted no es un tarugo cualquiera, usted tiene la magia para convertirse en un tarugo excelente, siga perseverando en su camino y verá que no habrá tarugo que le haga sombra”… Nunca me he imaginado a Carlos Slim leyendo ese tipo de textos y creyéndolos…
Volviendo al tema, el tipo se ensañó, nos soltó dos horas de choro mareador, de vez en cuando recordaba la grabadora que había en el escritorio y nos ponía rolas de Napoleón. En el peor momento, comenzó con un choro de intentar hacernos sentir culpables hasta de haber nacido y no ser multimillonarios. Mi prospecto de novia casi se deshace en llanto. No recuerdo si el motivo de mi sonrisa era la forma en que apretaba mi mano o lo ridículo de la argumentación del tipo. El “capacitador” notó mi sonrisa y se dirigió a mí.
– ¿De qué te ríes? ¿Acaso no quieres sacar a tus padres de la pobreza? O ¿Te parece muy divertido ser un parásito de la sociedad?
– No, solo me parece divertido que llevamos dos horas aquí y aún no sabemos de que se trata el trabajo.
– Bueno jóvenes, el día de mañana les daremos un reto, deberán llevarse quince perfumes y nos firmarán un pagaré, no nos pueden devolver los perfumes. Cada perfume vale $ 500. Del total del dinero que ganen, ustedes se quedarán con el cuarenta por ciento. Tendrán una semana para venderlos, claro eso es solo para personas que quieran ser exitosas. Solo los que logren venderlos o traer el dinero serán contratados. Los demás, pueden seguirse riendo de su miseria.
Hasta la fecha, me sigo riendo de mi miseria. Nunca me volví a presentar para cambiar mi destino. La niña de ojos bonitos regresó, no pudo vender más que dos perfumes, los cuales no eran finos ni de marca.
Después los vi a $ 50 en un viaje al DF, en venta atrás de Palacio Nacional. Tuvo que conseguir el dinero con sus padres, pensando que lo recuperaría con lo del pago de su primera quincena. El resultado: Le dieron más perfumes, ahora debía vender treinta. Sus padres ya no la apoyaron en su camino al éxito. Pero no fue la única, hubo varios tipos exitosos que vendieron perfumes, se endeudaron y firmaron pagarés.
A las pocas semanas se supo que era un exitoso fraude y nadie recuperó su exitoso dinero. Nunca me dio tanto gusto ser un fracasado y que una “futura mujer exitosa” me bateara por no tener futuro.
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