Mielecita/ By @IsabelFelicidad
Por Isabel Felicidad
El que abandona a un amigo, se abandona a sí mismo.
Anónimo
Hace tiempo que no escribía, pero decidí retomarlo porque deseo continuar difundiendo el mensaje de protección, amor y cuidado animal .
Les contaré la historia de un congénere muy valiente, amoroso, noble y con muy mala suerte. La primera vez que lo vi, estaba vagando en la calle buscando algo qué comer con otra perrita negra, muy flaquita y asustadiza.
Me le acerqué y su reacción fue muy amigable, comenzó a saltar de un lado a otro invitándome a jugar y la perrita negra corría en sentido opuesto, le daba miedo la gente y otros perros. Después de eso, veía ocasionalmente a estos dos perritos, ella asustadiza y temerosa y él amable y confiado.
Pasó el tiempo y la perrita fue adoptada por una vecina quien se dio a la tarea de enseñarla a confiar en ella. “Negrita”, como fue nombrada, ahora es la dueña del barrio, sólo basta uno de sus imponentes ladridos para que cualquiera se le cuadre. Aunque he de decir que si se lo permites, te regala su cariño incondicional; cuando voy a pasear, siempre me acompaña.
Desearía decir que la historia del otro perrito tuvo un final feliz como el de Negrita, pero no es así. “Mielecita”- como mis hermanas lo nombraron por su color parecido al néctar de las abejas- se fue cuando Negrita encontró hogar, buscando una suerte similar. Después de un tiempo, lo volví a ver, para mi sorpresa, con collar y placa, “¡Mielecita fue adoptado!”, pensé.
Pero al cabo de dos meses, lo vi vagando en la calle, flaco, sucio, ya no traía ni el collar ni la plaquita… ¿Qué habrá sucedido? Resulta que me enteré que la familia se fastidió de él porque había que llevarlo al doctor y alimentarlo… y eso cuesta dinero. Entonces decidieron echarlo de nuevo a la calle a su suerte.
Después de esto, casi de inmediato, mis hermanas lo vieron dentro de una casa. “¡Qué bueno!, alguien le dio otra oportunidad”. Lo visité y en efecto, se veía bien alimentado y con su característico semblante de bondad y alegría. Pero lamento decir que esto tampoco duró mucho. Luego de un tiempo, Mielecita volvió a la calle, esta vez porque las personas que lo tenían se mudaron y lo abandonaron.
Pero Mielecita tiene una especie de fortaleza interior que no le permite desistir ni rendirse. Lo llegué a ver un par de veces caminando muy erguido y seguro, me saludó como siempre, con su mirada dulce y al mismo tiempo triste. Luego le perdí la pista. Mis hermanas lo estuvieron buscando durante semanas, pero no había rastro de él. Pensamos lo peor, pero deseamos que estuviera bien.
Después de varias semanas, incluso meses, mi hermana lo vio. Estaba muy flaquito y se dio cuenta que estaba herido de gravedad: tenía un agujero en su piernita, la piel estaba rasgada y se veía el músculo y la carne viva. Fue impresionante.
Determinada a ayudarlo, mi hermana lo llevó al doctor con mi mami para curarlo. El doctor dijo que fue una mordida porque peleó por una perrita (Mielecita no estaba esterilizado, entonces siguió lo que el instinto le dictó). Se quedó en la veterinaria para ser curado, vacunado y esterilizado, esperando un hogar.
Así como Mielecita, desgraciadamente muchos perritos viven la misma situación. Muchos nunca son rescatados y mueren de hambre, frío, enfermedad, por accidente o víctimas de crueldad.
Ya no más abandono; ya no más maltrato; ya no más irresponsabilidad. Los animales somos seres vivos con derecho a ser tratados dignamente y a ser felices.
Siempre insisto, pero no me cansaré de hacerlo: CUIDEN A SUS MASCOTAS, ESTERILÍCENLAS Y SEAN RESPONSABLES. Recuerden que en esta Perra Vida, como traten serán tratados.
Y recuerden: ¡¡ADOPTEN, NO COMPREN!!
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