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La censura/ By @Oswaldisimo

Por Oswaldo Calderón

Actor de la vida, intérprete de mis sueños, drag queen por terquedad, escritor sin fama, ensayista sin futuro, cuentista a ratos, poeta fracasado, pero principalmente buen hijo, mejor amigo y con fecha de caducidad. Mi espacio personal: http://vampirujeando.blogspot.mx/ , Espacio literario dedicado a la diégesis de la vida y la narrativa vital de cada individuo; la poética urbana y sus personajes citadinos formaran parte de la dramaturgia coloquial; al final las historias metropolitanas serán las protagonistas del cuento de nunca acabar.
Actor de la vida, intérprete de mis sueños, drag queen por terquedad, escritor sin fama, ensayista sin futuro, cuentista a ratos, poeta fracasado, pero principalmente buen hijo, mejor amigo y con fecha de caducidad. Mi espacio personal: http://vampirujeando.blogspot.mx/ , Espacio literario dedicado a la diégesis de la vida y la narrativa vital de cada individuo; la poética urbana y sus personajes citadinos formaran parte de la dramaturgia coloquial; al final las historias metropolitanas serán las protagonistas del cuento de nunca acabar.

Estamos en un momento histórico sin precedentes (aunque podría cambiar el eufemismo y decir la verdad; sin embargo, es más embriagador el recurso literario para decir lo que no se quiere decir o decirlo de otra forma cuando en realidad, la realidad es más dura).

Así tenemos –actualmente- una serie de reformas que al mismo Benemérito de las Américas dejaría pálido y entre las muchas “reformas” que se han resuelto a aplicar en favor del “progreso” y como muestra de la buena voluntad del Gobierno Federal y Presidencia de la República, hay una que me llama poderosamente la atención: Leyes secundarias en materia de telecomunicaciones y radiodifusión. (Sería bueno recordar que todas las reformas son en favor del bienestar del pueblo o nación, la modernidad de las instituciones y el progreso del país -cualquier malentendido sería puramente en el ideario del insano pensamiento del mexicano, tan mal pensado siempre-).

A grandes rasgos la Secretaría de Gobernación sería la encargada de “vigilar los contenidos de programas de radio y televisión, con el fin de que estos sean” educativos, culturales y cívicos”, además de que se revisarán a los noticiarios del país con el fin de que difundan “información imparcial, objetiva, oportuna y veraz del acontecer nacional e internacional”. (AN, 2014). La iniciativa del ejecutivo enviada al Senado de la República tuvo un completo rechazo de parte de las bancadas del PAN, PRD y algunos del PRI. Más allá de las nuevas facultades de Segob como vigilar las transmisiones de radiodifusión y televisivas, el monitoreo de publicidad, revocar, otorgar o promover concesiones y crear en los espacios audiovisuales y de radio la integración nacional, formación educativa, cultural y cívica, la equidad e igualdad, está el cómo realizar esta tarea titánica y el problema real es quién lo hará, a mí en lo personal, que sea Segob me da harta desconfianza.

Nos encontramos de nuevo ante un “Estado Paternalista”, un Estado Despótico, en el discurso político del autoritarismo, del gobernante sobre el gobernado; para José F. Fernández Santillán este tipo de gobierno es una “forma opuesta al gobierno democrático”. (Fernández Santillán, 2001). Entendemos los mexicanos que vemos televisión y escuchamos radio, que muchos de los contenidos son verdaderamente violentos y de pésima calidad, en su mayoría de las televisoras duopólicas del país y sus concesiones en radio; sin embargo, ¿bajo qué criterios aplicaría el Gobierno Federal tal censura? ¿The Simpsons, Happy Tree Friends, South Park, Family Guy y otros también entrarían en la censura o sólo “El chavo del ocho”? La ironía es válida, porque la objetividad es subjetiva. ¿O sólo se limitarían a los contenidos nacionales en televisión abierta? Más allá de los malos contenidos, tenemos para nuestra mala fortuna una televisión y radio más o menos democrática, lo único preocupante es la intencionalidad de los productores y empresas siempre tan mal intencionados.

¿Qué significa información imparcial para el Gobierno Federal? Sabemos que los gobiernos, televisoras y radio están acostumbrados al mal hábito de torcer la verdad en favor de sus propios intereses, de ahí que las versiones didácticas y oficiales difícilmente concuerdan con la realidad o realidades alternas a esa “verdad” a medias. Por ejemplo: la nueva novela histórica que tanto se afanado el gobierno en ofrecer al lector menos crítico. “Es una mirada sobre el pasado no necesariamente verdadera, pero sí inevitablemente actual.” (Britto García, 2004).

Parafraseando a Britto, la versión oficial sobre la historia es una extirpación de la memoria; en la “visión de los vencedores”, para el gobierno somos un puñado de efemérides llenas de victorias y hechos históricos llenos de gloria, nacionalismos abigarrados y patriotismos hilarantes. A la par con la nueva novela histórica, nos encontramos con las versiones televisadas de la historia y sus protagonistas, siempre coja, muda, sorda, siempre inválida y adecuada para el público menos exigente.

Pongamos otro ejemplo: Para Osorio Chong, Secretario de Gobernación, en el gobierno de Calderón, la guerra contra la delincuencia causó 70 mil muertos (CNN, 2013); pero según Proceso, fueron más de 121 mil los muertos (Proceso, 2013); ¿entonces quién dice la verdad? Hay dos versiones, una oficial y la otra de un diario. Si la versión oficial miente ¿por qué debemos confiar en su criterio a la hora de ser un censor? ¿El gobierno será imparcial desde su definición epistemológica en el ámbito ético y jurídico o definirá la imparcialidad epistemológica a partir de su acepción moral o jurídica?

El paradigma de la imparcialidad será desde luego un rompedero de cabeza tal y como lo es desde sus variantes polisémicas y en la reflexión sobre la igualdad. El gobierno no está acostumbrado a ser imparcial, siempre es juez y parte. En ese sentido da lo mismo un ejercicio de imparcialidad del gobierno, que de la señorita Laura.

Creer que el gobierno es el ente facultado para administrar censura a los contenidos de radio y televisión es una inocentada, prefiero “dulce o truco”.

El gobierno no es objetivo como tampoco lo son los medios de comunicación –en su mayoría-; siempre hay una maldad intrínseca, una “aparente imposibilidad de actuación de otro modo”, en palabras de Arendt; una lucha de burócratas especializados contra sus similares. ¿Estaremos a punto de ser engañados? ¿De nuevo? ¿Los gobiernos pueden ser objetivos? ¿Qué es una información objetiva? “¡Bienvenidos a la República de las Paradojas, el País de Siempre Jamás!”, así lo dijo Juan Villoro. Definitivamente vamos de lo absoluto frente a lo relativo, de Popper a Loret de Mola, ejemplo: ¿se acuerda del montaje de Televisa-Loret-Cassez-García Luna? Es decir, el caso donde la información oficial y “objetiva” fue un montaje ideado por el entonces secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna y el reportero estrella destacado por sus amplios reportajes “objetivos”, Loret de Mola, de la empresa Televisa. ¿Cómo pretende el Gobierno Federal ser regulador de los contenidos televisivos y de radio? ¿Con qué calidad moral? La televisión dice lo que el gobierno quiere o no dice nada.

Con respecto a la información oportuna y veraz, podríamos poblar la mente de un psicópata con ejemplos. Un caso explicito: en la matanza de Tlatelolco sólo el Excelsior en el allá histórico momento supo entrarle a la nota oportuna y tan veraz que puso furioso al gobierno, mientras que la televisora Televisa minimizaba el hecho (Cuevas, 2002); 30 años después la televisora creó su propio reportaje de los hechos, desde su visión siempre adulterada de la historia; ¿así o más claro? ¿Han cambiado las formas y los contenidos de 40 años para acá? Porqué la televisión y radio en México no es oportuna, es oportunista; tampoco es veraz, es sólo es una verdad velada acomodada a los intereses de unos pocos. Otro asunto de preocupación sería tratar de dilucidar qué significan para el Gobierno Federal contenidos culturales, educativos o cívicos; entre esos vericuetos tan surrealistas y “El jardín de senderos que se bifurcan”, prefiero lo segundo.

¿Qué significan contenidos culturales para el Gobierno Federal? El canal cultural de la televisión o sea, el canal 22 ¿será el ejemplo de lo que se debe o no hacer o cambiar en los contenidos? Volvemos a un principio básico, la televisión y radio deben ser distractores más o menos democráticos, el gobierno no puede obligarnos a ver a mañana, tarde y noche programas con tintes nacionalistas, patriotas, animalitos en la naturaleza y enormes periodos de ópera, ¿o sí? Pues no. El televidente y radioescucha debe tener una postura crítica y adoptar una visión abierta para lo que ven y escuchan sus oídos, pero eso sería en este país una utopía. La televisión  es una distopía, una sociedad ficticia indeseable por sí misma. Entender la imposición del gobierno sobre su limitado significado de cultura, es también entender que debemos renunciar intelectualmente a nuestros propios deseos y atenernos a lo que el Estado dicte, entiéndase como un Estado-Dictatorial. (Bartolomé Crespo, 2004).

La televisión más que el radio, crean “valores” que en su mayoría son antivalores, reflejo de una sociedad moderna y establece patrones repetibles que el televidente asimila en la construcción de su propio “bienestar” y que resultan ilusorios, un ejemplo, las telenovelas. La cultura televisiva como construcción de la identidad nacional es un arma de dos filos: pretender que la televisión enseña es preocupante y que educa es simplemente una necedad, al menos la televisión mexicana. Las instituciones educativas son las encargadas de educar y las televisoras de maleducar. La institución censora oficial, tal y como lo pretende Gobernación, sólo habrá de proponer una limitada versión de lo que para las instituciones al igual que para las empresas televisivas actualmente significa educar, en términos generales educar a las masas, promoviendo un interés común de unos cuantos a la mayoría que Chomsky bien bautizó como “rebaño desconcertado”. Educar para el gobierno significa controlar desde la imposición tendenciosa y adoctrinamiento en la obediencia impuesta. (Hernández Garnica, 2003).

Si el gobierno tuviera una verdadera intención de educar a los televidentes lo haría desde las aulas y aumentando el presupuesto de educación y no apostando por la televisión. La televisión mexicana es fiel sucesora de los modelos alemanes propagandísticos de mitad del siglo pasado: “Eine Lüge, tausendmal wiederholt, wird zur Wahrheit”. Goebbels. Y así como la frase del Ministro de Propaganda e Información de Adolf Hitler, entiendo las buenas intenciones cívicas del Gobierno Federal.

Entiendo también que una cultura cívica y ética es necesaria para nuestro país, pero también sé que si viene de la larga mano araña del gobierno significa imposición. En fin, creo que la iniciativa del ejecutivo no habrá de realizarse, son muchos los intereses de las grandes empresas televisivas y de radio para darle posibilidad alguna, más los intereses de la clase política para seguir manteniendo un país con grandes atrasos intelectuales. Sólo me resta repetir como bien lo dijo el merovingio: Nom de dieu de putain de bordel de merde de saloperie de connard d’enculé de ta mère.

Trabajos citados

AN, R. (26 de 03 de 2014). Aristegui Noticias. Recuperado el 27 de 03 de 2014, de http://goo.gl/kyIMda

Bartolomé Crespo, D. (2004). Televisión con cultura, cultura con televisión. Palabra Clave, 3-5.

Britto García, L. (2004). Historia oficial y nueva novela histórica. Cuadernos del CILHA. Revista del Centro Interdisciplinario de Literatura Hispanoamericana(6), 23-37.

CNN. (15 de 02 de 2013). CNN México. Recuperado el 27 de 03 de 2014, de http://goo.gl/W0968h

Cuevas, J. R. (20 de 10 de 2002). La Jornada UNAM. Recuperado el 27 de 03 de 2014, de http://goo.gl/5ejHjM

Fernández Santillán, J. F. (2001). 5. El paternalismo y el despotismo como formas opuestas al gobierno democrático. En La democracia como forma de gobierno (Vol. 3, pág. 33). México: IFE Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática.

Hernández Garnica, C. (2003). Reseña de «La (des) Educación» de Noam Chomsky. Contaduría y administración, 70-71.

Proceso. (30 de 06 de 2013). Proceso.Com.MX. Recuperado el 27 de 03 de 2014, de http://goo.gl/KbE2Lt

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