«No Todo Es Perfecto En El FICM» Señala Reporte De El Economista
STAFF / @michangonga
Para la reportera enviada del periódico El Economista Concepción Moreno, “no todo es perfecto” en el Festival Internacional de Cine de Morelia, luego de señalar varios detalles que observó en la realización del magno evento, empezando por alguna desorganización en el mismo.
Mediante una crónica titulada “Machete y un Huck Finn guatemalteco”, la periodista asienta:
”Tampoco crea que todo es perfecto en Morelia. Las salas rebozan de público. Hay gente sentada en los pasillos y las escaleras; hay funciones retrasadas, los boletos están agotados, las filas de todos modos son lentas, largas y, para colmo, el cielo se cae en aguacero.
La gran cosa aquí son las alfombras rojas. El sábado la gala fue para el estreno de Machete Kills, la secuela de Machete de Robert Rodríguez. Un gentío recibe a Rodríguez (qué alto es) y al mismísimo Machete, Danny Trejo (qué sonriente es: Machete smiles).
La organización no es la mejor, todo hay que decirlo; el gusto mexicano por la verbena desborda las medidas de seguridad y hay espontáneos que se brincan los cordones para sacarse la foto. No los culpo: nadie es más cool que Machete.
HUCK MONTA EN LA BESTIA
De Machete Kills no puedo decir nada porque no alcancé boleto. Así es esto.
Pero siempre nos quedan las cintas de competencia.
Los cineastas mexicanos tienen la tendencia -innecesaria por lo general- al tremendismo, sobre todo cuando se trata de narrar historias de personajes jóvenes marginados. No basta con retratar la realidad, no: si el niño es pobre, hay que quitarle un brazo; si le falta un brazo, hay que arrancarle la piernas, drogarlo y violarlo porque así sí pega. Y siempre hay una moraleja, como si los “niños pobres” le sirvieran al director para aleccionar desde un imaginario estrado de pureza.
Como ejemplo A los ojos, la nueva cinta de Michel Franco (Después de Lucía) en coautoría con su hermana Victoria. Mitad ficción, mitad documental, es una historia sobre los niños abandonados en las calles del DF; ésos que viven de activo y duermen en coladeras y camellones.
Las partes documentales son interesantes pero la historia de ficción es machacona y tramposa. Una cinta tan tremendista y moralina como todas las dirigidas por Franco. Será que gran parte de los realizadores mexicanos de niños sufrieron una sobredosis de Edmundo de Amicis.
Felizmente no es el caso de Quemada-Díez y La jaula de oro, una aventura digna de Mark Twain. Huckleberry Finn podría haber sido guatemalteco, su balsa el tren La Bestia y México su Mississippi.
La jaula de oro es una road movie con todas las de la ley. Al mismo tiempo es una película entretenida, llena de humor, capaz de denunciar y sensibilizar; una hazaña para nuestro cine.
Juan, Samuel, Sara y Chauk son cuatro adolescentes centroamericanos que atraviesan México para llegar a Estados Unidos. El viaje es una aventura, sí; pero como todos sabemos (o deberíamos saber), es una llena de desgracias.
Juan (Brandon López), el líder de facto de la pandilla, es un muchacho furioso, pero la furia es uno de los elementos centrales de la determinación. Su objetivo es llegar a Los Ángeles y nada -ni las ampollas, los policías abusivos, los secuestradores de migrantes, la migra ni los minutemen fronterizos- va a detenerlo.
Es una cinta muy bien narrada, que evita el tremendismo fácil pero no deja de ser un desafío para el espectador. Valiente y entrañable, La jaula de oro merece ser vista por muchísima gente”.
El link de la nota:
http://eleconomista.com.mx/entretenimiento/2013/10/21/machete-huck-finn-guatemalteco