La vida de un Godínez
Por Loralach
Tenía que escribir sobre este tema, pues parte del bloqueo mental que de repente surge entre los Godínez viene de estar en un ambiente gris, sin creatividad, donde haces tareas en automático y tu cerebro se comienza a secar poco a poco (de por sí lo vamos matando felizmente con el alcohol).
Es difícil explicar qué se siente estar aquí, pero contaré un poco para quienes no conocen de esto, sepan lo que vivimos miles de Godínez día a día.
Como espécimen de oficina, tienes de dos: rifártela bien cabrón para conservar tu chamba y que te la pele el mundo, o ser un tremendo lamebotas el cual puede ocultar fácilmente la hueva que carga haciéndole la barba a todo aquel que lo rodea, aprovechando de sus compañeros para que hagan su chamba.
Ahora que lo pienso, también existe una tercera opción (¡Cómo olvidarla!): la de ser ese personal que solamente hace lo que le corresponde y no mueve un dedo si lo que le requieren sale fuera de sus actividades. Esta especie es la más abundante en este ámbito laboral.
Recapacitando sobre estas vertientes, nos encontramos con que ser el súper chingón jamás te va a asegurar tu chamba, pues puede que llegue alguien con poder al que no le caigas bien y diga que estás incapacitado y te mande a volar. Los celos laborales en este ambiente pueden ser bien intensos y terminan pegándole al chingón aunque sea parte del valioso staff.
Los lameculos, como prefiero llamarlos, son una especie que abunda, aunque estratégicamente, para la fortuna de quienes vomitamos a estas personas. Estos se encargarán de estar al tiro de quién haga su chamba, de verse trabajadores y de poner una alfombra roja a todo aquel que pueda mantenerlo en su puesto y hasta darle un aumento. No los subestimemos, pueden ser mañosamente inteligentes.
Los Godínez medianos derivan de dos lados: eran unos chingones pero al final se dieron cuenta que no importaba cuánto se esforzaran, la empresa jamás valoraría su trabajo, y así, terminan haciendo lo que les compete meramente. La otra es… creo que simplemente son así y no necesitan nada más que hacer lo que les corresponde.
Lo absurdamente triste en este mundo es que ser alguna de las tres personas no te asegura conservar tu empleo, realmente es un ambiente inestable, pues aunque no se perciba la inestabilidad, nos damos cuenta que todos somos desechables, que permanecer en tu trabajo depende de muchísimas cosas y aunque reúnas la mayoría, nada realmente te puede salvar.
Esto de trabajar en la iniciativa privada donde todos somos prescindibles, donde tu cabeza es cortada y rodada entre las piernas de los poderosos, quienes resultan también vulnerables a ser decapitados, no sólo te trae momentos de estrés y presión, sino también depresión.
Hace rato, donde godineo, se vino una crisis cañona. Una empresa extranjera, la cual derrochó una lanísima, (tanta que los mortales no podemos ni masticar la idea), decidió que debía reducir costos y que lo mejor para “apretarse el pantalón” era… ¡Adivina! … Sí, así es, recortar ni más ni menos a trabajadores mexicanos. Antes que recortar gastos innecesarios prefirieron eliminar la mano de obra mexicana, de lo que seguramente se arrepentirán pues los mexicanos le trabajamos y además les salimos rebaratos.
El clima se respira denso, deprimente y severamente estresante. Desgraciadamente, para muchos godinear es un medio de supervivencia.
Lo único que me ha salvado de hundirme en este ambiente es recordar que el trabajo no me define como persona, sino que yo defino al trabajo con mi persona. Reír de las adversidades y no tomar las cosas tan a pecho (pese a que de ello pudiera depender mi trabajo) y sinceramente gritar ese “guaaaaaaaaaaaaa” y seguir viviendo la vida loca. Gracias a la música (toque importante para sobrevivir en este ambiente) y a la gente que conozco alrededor (no toda, aclaro) encuentro que pese a muchas cosas, existen otras más que valen la pena rescatar de todo esto.
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