No tolero a nadie/ by @AnnHiellow
Por Ann
“Tolera a los demás” pregonan las personas, la telvisión, el radio, incontables tweets y frases cursis de Facebook . Tolerar, esa palabra hace eco en mi mente y me zumban los oídos cuando la escucho. Toleras el frío, toleras el calor, pero, ¿hay que tolerar a alguien que piensa o es distintx al resto? No, no estoy de acuerdo.
Cuando hablamos en particular de tolerancia social, estamos hablando de que “te respeto aunque seas diferente”, ¿qué respeto puede haber si de entrada se marca, estigmatiza y se segrega a alguien?
Esto de la tolerancia es un juego muy bipolar ya que depende de la percepción de individuo, es decir, es sujeta a subjetividad. No hay tolerancia sin agresión, es decir que sólo se puede ser tolerante frente aquello que molesta, es decir con lo que no se está de acuerdo, pero que se acepta por conformidad social, «respeto» al grupo o individuo, ya sea por religión, orientación sexual, nacionalidad, etc.
Siguiendo la concepción anterior, entonces, si soy cristianx o musulmán, homosexual o bisexual, reggaetonerx o metalerx, el resto no acepta, ni siquiera soportan mis creencias, orientaciones o gustos – aún cuando no dañen a nadie ni a mí- , pero me toleran porque no les queda de otra…
La tolerancia jerarquiza porque indica que lo que salta de la línea es “malo” o “incorrecto”; un ejemplo muy extendido de tolerancia es hacia la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual Transgénero, Travesti e Intersexual (mejor conocida por sus siglas LGBTTI), se les tolera aunque sean “una bola de desviados”; ésa es la impresión que me queda con aquello de “tolerarlxs” y con todo respeto, no mamen.
La palabra tolerancia es ambigua y molesta, porque, como les describí líneas arriba, es ambigua y es una forma elegante y velada de discriminar.
El prójimo siempre será distinto a nosotrxs, pero no por ello significa que sea infame o incorrecto. ¿Por qué no mejor hablamos de aceptación? Aceptar es lo correcto, aceptar es deber de todxs, porque, al final de cuentas, todos somos diferentes, y es mejor ser conscientes de estas diferencias y vivir en paz con ellas que mirar por encima del hombro al mundo desde un patético pedestal imaginario.
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