Las 6 Preguntas Que Fausto Vallejo No Ha Contestado / by @ellycastillo
Por Elly Castillo – @ellycastillo
La noche de este martes, de manera un tanto intempestiva el gobernador de Michoacán salió en un sólo noticiero de televisión local (Canal 13 de Michoacán) para tratar de desmentir los múltiples rumores en torno a su estado de salud, luego de que, por enésima vez en menos de un mes, se prendió la mecha sobre una recaída grave en su salud y consecuentemente una probable intervención de urgencia, en medio de versiones que apuntan a un inminente trasplante de hígado.
«Me dan un diagnóstico en el que dicen que va a haber una cirugía sobre un órgano que está afectando a los demás órganos y después de eso voy a requerir varias semanas de reposo”, expresó el mandatario estatal al aire para después reponer con tono de reproche, a manera de imposición: “Esto lo comento aquí para evitar especulaciones de cualquier otra índole o la dosis de veneno que luego por ahí le inyectan otras gentes”.
Así de escueto, así de simple, así de llano el aludido le informa al auditorio de ese noticiero en particular -que no al pueblo michoacano- que su problema médico, del que tanto se especula en los medios nacionales en los cafés locales, es: “una cirugía sobre un órgano que está afectando a los demás órganos” …y entienda usted- entiendo yo, que ese órgano puede ser el de la Catedral de Morelia, el órgano de operación política del estado o cualquier órgano de su cuerpo.
Y cierra con un broche magistralmente paradójico, contradictorio a más no poder: “Esto lo comento aquí para evitar especulaciones de cualquier otra índole…” ¿O sea que diciendo las cosas a medias ya se evitan las especulaciones?
Fausto Vallejo tiene derecho a enfermarse. Es un derecho humano, no escrito en ninguna ley o reglamento. Y además, tiene derecho a no decir nada al respecto. Eso sí está avalado, escrito en ese libro que a veces no sirve y otras veces tampoco llamado Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Lo cita el artículo 6to constitucional: «La información que se refiere a la vida privada y a los datos personales será protegida en los términos y con las excepciones que fijen las leyes reglamentarias», lo que quiere decir que “La justificación de otorgarle el carácter de confidencial (a la salud de Fausto) se origina en el derecho a la intimidad, y en el derecho a la protección de los datos personales”, según explicaría el ex gobernador Víctor Tinoco Rubí por Facebook al secretario auxiliar adjunto del propio mandatario michoacano, Christian Gutiérrez en su columna “Fausto Vallejo tiene derecho a la intimidad”.
Citando a la misma columna, el autor señala que: “Muchos periodistas le han preguntado al gobernador qué enfermedad tiene, y el mandatario ha dicho enfáticamente que ‘no responderé, porque existe la vida pública, la privada y la íntima y que la salud cae en la esfera de lo íntimo ”.
Como algunos pocos michoacanos lo saben y muchos otros no, todos los habitantes de este estado cuentan, al igual que todos los mexicanos, con el derecho de acceso a la información pública (art. 8), además del ya viejo conocido derecho a la libertad de expresión (art. 19).
Pero sobre todo, tenemos el derecho, no escrito tampoco en ninguna ley o reglamento, a ser curiosos, a preguntar, a cuestionar, a saber qué pasa con quién nos gobierna, nada más por el hecho de que el ser humano, es curioso por naturaleza, sin que haga falta ser periodista o reportero para tener alguna especie de privilegio para acaparar alguna exclusividad en ese sentido.
Hay un debate que comienza a añejarse en este país respecto hasta qué tanto están obligados los gobernantes a informar a sus gobernados sobre el estado personal de salud que gozan, y hasta qué tanto están protegidos por ley para guardarse esos datos privados, por tratarse de la vida íntima de una persona, que antes que ser gobernante, es también una persona, por ambiguo que eso suene.
Ahí tenemos a la periodista Anabel Hernández tramitando accesos a la información que le fueron negados para saber si el ex presidente Vicente Fox tomaba Prozac o algún medicamento controlado de esos “pesados”, que pudieran estar de alguna manera alterando la conducta de nada menos que el mandatario nacional, temiendo que en el fondo un loco nos estuviera gobernando (lo cual no fue una teoría descartada).
El caso más reciente, el despido momentáneo de Carmen Aristegui de las filas de MVS por andar exclamando y cuestionando en su noticiero radial la necesidad de que el ex presidente Felipe Calderón respondiera si padecía o no algún problema de alcoholismo como lo sugirió el entonces diputado federal Gerardo Fernández Noroña. Sólo baste imaginar a un alcohólico tomando decisiones vitales para el rumbo del país para comprender por qué esa sola intriga bastó para causar semejante revuelo nacional que ocasionó incluso, movilizaciones.
A nivel internacional, no es necesario profundizar sobre el reciente episodio de secrecía en un país llamado Venezuela en torno al fallecido Hugo Chávez y su agonía a causa del cáncer.
Así pues, ante el choque de dos derechos (el del individuo contra el de la colectividad) todo este debate recula en lo moral. La sociedad, el pueblo, la raza, como gustes llamarle a este conjunto de personas dentro del cual habitamos tú y yo, tenemos el derecho no sólo a preguntar, sino a cuestionar, a exigir respuestas, a pedir certezas sobre la vida personal de quienes nos gobiernan, porque a final de cuentas lo que suceda en ella puede afectar nuestras vidas en torno a determinaciones que tomen, bajo las circunstancias en las que vivan su vida –valga la redundancia-.
Y ellos, los gobernantes, están en su derecho, no sólo legal sino moral, de callar sobre su vida personal apelando al derecho a la intimidad.
Pero, entre el deber moral y el derecho legal hay todo un mundo de posibilidades diría el comercial. Así como “hacer lo correcto no siempre es hacer lo mejor”, principio que aplica, no sólo en la vida cotidiana, sino sobre todo, en la política.
Por lo cual, entendible es y será, que Fausto se guarde sus respuestas, pero no es comprensible. Sin embargo, así como él recurre a los beneficios que la ley de protección a datos le garantiza para guardar secrecía, lo que al gobernador no debe olvidársele, es que al momento de jurar su cargo, pronunció las palabras que contiene el Artículo 59 de la Constitución de Michoacán, que apunta:
“El Gobernador, al tomar posesión de su cargo, prestará ante el Congreso del Estado,
la siguiente protesta: «Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, la Particular del Estado y las Leyes que de ambas emanen, y desempeñar leal
y patrióticamente el cargo de Gobernador que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el
bien y prosperidad de Michoacán; y si así no lo hiciere, que la Nación y el Estado me lo
demanden”.
Pues bien, una parte de eso que constitucionalmente se llama “Pueblo”, y que está integrado por las y los michoacanos, está “demandando” respuestas ante el juramento que hizo Fausto de “desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Gobernador”. Y por lo pronto, no es muy “leal” que el mandatario estatal esté faltando a su compromiso de informar puntualmente sobre su estado de salud, cómo él mismo lo ofreció en la última conferencia emitida a principios de este mes en su reaparición pública, señalando que informaría “puntualmente” cada que tuviese que ausentarse del cargo, aunque fuese momentáneamente.
Por lo que, desde un ejercicio netamente de curiosidad ciudadana, pongo aquí unas preguntas básicas, que a Fausto Vallejo se le ha olvidado responder, y que tal vez nos ayudarían como ese sector de la sociedad inquieta del cual formamos parte, a dejarle de estar dando tanta pinche lata con su estado de salud sí las respondiera:
1.-¿Qué enfermedad puede ser tan grave y terrible cómo para que la sociedad de Michoacán no deba enterarse?
2.-¿Por qué no informa con puntualidad de sus ausencias momentáneas, y al final todo termina sabiéndose por filtraciones de la prensa o declaraciones de sus funcionarios?
3.-¿Por qué nadie de su equipo más que usted sabe de sus determinaciones y de su estado de salud? ¿Acaso no les tiene confianza?
4.-¿Por qué adelgazó en extremo?
5.-¿De verdad mantiene energías para gobernar? ¿No se requiere salir de giras de trabajo para que el interior del estado vea que su administración se encuentra trabajando?
6.-¿Vale la pena sacrificar la salud personal por gobernar un estado?
COSAS QUE AHÍ ESTÁN PERO A NADIE LE INTERESAN: El control de crisis y el manejo de focos rojos en el gobierno de Michoacán. Cada dependencia, cada secretario y miembro del gabinete jalan por su lado al son de “sálvese el que pueda”.
TRUCHAS: Un mensaje desde el Distrito Federal me llegó a mi celular la noche de ayer y dudo mucho que haya sido yo el único reportero en recibirlo: «No esta en Nutrición; en Chicago, esperando transplante de riñon. Reserva». Cada quién, saque sus sospechas y evite las preguntas, pues de todas formas éstas no le serán contestadas.
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