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Cómo hay conocedores ahora… @silixone

Por Sr. Suave

Hace aproximadamente 12 años, poco más, poco menos, en la capital michoacana comenzó a ponerse fuerte la venta de bebidas tradicionales como el pulque, aguamiel, tepache o el mezcal.

Los establecimientos que vendían estas bebidas eran lugares muy accesibles para toda la gente, recuerdo haber asistido muchas veces a uno ubicado en un segundo piso en la avenida madero muy cerca del obelisco; me encontraba personas de Uruguay, de U.S.A, del Distrito Federal, Italia y de la ciudad, había banda de todas las colonias, barrios y lugares. Siempre un ambiente chido, agradable y  relajado.

Quizá esa buena vibra que ahí había se vició por sí  misma, creo que no estamos muy acostumbrados a sentirnos libres. Pero en este lugar, la venta de mezcal, pulque y aguamiel, siempre fue un atractivo, porque comenzó a surgir en un nuevo sector de la sociedad, ese aspecto tradicional de la bebida y así, a formar parte de la vida nocturna de Morelia.

Sabía que estas bebidas existen desde hace mucho tiempo, porque trabajaba en el mercado independencia en un negocio de mi papá y por ese rumbo se vendía mucho el pulque. El tepache, me acuerdo que mi mamá lo preparaba en casa con cáscaras de piña, el aguamiel, compañera inseparable del pulque; pero lo que más recuerdo es que de todas estas bebidas o mejor dicho, brebajes,  el mezcal siempre había sido el más satanizado de todos. Aquellas personas que tomaban mezcal eran personas de la calle, parias, vagos, y si alguien fuera de ese círculo tomaba mezcal ya era etiquetado como de lo peor (la sociedad y sus etiquetas).

Pero esa idea absurda fue poco a poco desvaneciéndose, para ser más aceptada dentro de la sociedad y sin saber, poco a poco convertirse en un negocio muy lucrativo.

Hoy en día, han proliferado en nuestra capital un sin número de establecimientos que venden mezcal y aparte de venderlo, los precios a los que lo ofertan son muy elevados, en una ocasión llegue a ver en una carta de un establecimiento, el trago más accesible era de 75 pesos y dicho establecimiento se encontraba lleno de gente, corroborando sin problemas que somos una sociedad susceptible a las modas.

Hace unos años, tomar mezcal era para los pachangueros, para los fiesterotes, para los que no importaba tomar un ron, tequila o whisky, simplemente echar cotorreo y un buen trago. Ahora, las mezcalotecas o bares de mezcal están llenas de catadores de mezcal, de gourmets, conocedores y expertos, que han probado mezcal en toda la república y en el mejor de los casos en todo el mundo; sí, ni yo me lo explico, pero bueno.

Hoy en día, me he encontrado con proveedores de mezcal, que llegan a mi establecimiento a quererme vender mezcal a webo, sólo porque es mezcal, como si ya por eso todo mundo debamos vender mezcal en nuestros establecimientos, nomás por sus webos. Con todo respeto, no mamen, aparte de estar carísimo, como si de verdad fuera muy chingón. Lo acepto, sí  me gusta el mezcal, pero no lo tomo solamente para entrar al círculo y en mi establecimiento no vendemos mezcal, punto.

Un boom similar, hace 6 años, cuando se pusieron de moda los canales de gastronomía por la televisión de paga, aaaaah, cómo se pusieron de moda las escuelas de gastronomía y sus estudiantes. Hace un par de años la moda de andar en bicicleta y aaaah cómo se han vendido bicicletas. Hace seis años cómo había chefs, hace dos bicicletos y hoy en día como hay conocedores de mezcal. Claro, con sus honrosas excepciones.

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