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Entre Reggaetón Y Cempazúchitl Tzintzuntzán Vela Esta Madrugada A Sus Fieles Difuntos

STAFF/ Karen Alesp

La música electrónica y el reggaeton invaden el espacio de los muertos y las ánimas deben regresar a este mundo a ritmo de Pitbull y Ya tu sabe’ . Es la madrugada del 2 de Noviembre en Tzintzuntzán y como cada año, hay mucha, mucha gente. Imposible no engentarse rápido si uno no trae ánimo «fiestero». Lamentablemente la tradición que tanto se busca preservar por algunos, es ignorada por otros, y usada de festival de alcohol para otros tantos.

Y aún así, entre lo mundano de la celebración, en estas tierras sigue prevaleciendo el olor a misticismo. A cempazúchitl, a nube, a tierra mojada, a parafina quemada. Los indígenas, los mayores, los y las  purépechas que velan a sus difuntos al lado de sus tumbas, algunos aguantando los flashes con resignación pero la mayoría con ese ánimo de convivir y celebrar a su ser querido con los visitantes, contando su historia o alguna anécdota del difunto, como aquel señor amante del ciclismo cuya familia le coloca una similar de puras flores para honrar su memoria.

Están las tumbas familiares, que albergan a tres, cuatro y hasta cinco miembros de una familia, generalmente dos o tres generaciones juntas: el abuelo, los padres, y ahora los hijos velan, y llevan a sus hijos y a sus nietos a velar a los suyos.

La historia de la familia Martínez que perdió a tres jóvenes que se metieron a nadar a una represa y terminaron ahogados, sobre sale por ser una tumba muy alegre, muy colorida, tremendamente grande, y donde el conjunto norteño se detiene para entonar diversas rolas clásicas de estos días festivamente mortales, como Cruz de Olvido, Un puñado de tierra, y la infaltable Amor Eterno.

Así, los turistas recorren las tumbas, y curiosamente los extranjeros se muestran mucho más ceremoniales, como si fueran más respetuosos que nosotros, los «locales». Japoneses que hacen reverencias ceremoniosas al tomar una foto con sus equipos de última generación en tecnología; o los gringos que no dejan de tener los ojos bien pelados para captar tantos detalles, son parte del rico panorama de esta madrugada de Noche de Muertos en la rivera del Lago de Pátzcuaro.

 

 

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