A la cárcel por risueño
Por Luis Bracamontes
Imagina que regresando de tus vacaciones te despiertas todo de buenas, te tomas un café y te anima todavía más, ves el cielo azul, la vida color de rosa; llegas al metro para ir a tu trabajo sonriéndole a todo mundo, regalando tu periódico a alguien que lo necesita, dándole tu lugar a un anciano, derramando miel…y te arrestan por eso.
Bueno, pues eso fue lo que le pasó a Jean Baptiste Rumelier este lunes por la mañana en el metro de París, cuando la gente se le hizo sospechosa su manera de actuar catalogándola como “anormal” y relacionándola con posible terrorismo, por lo que fueron a reportarlo con seguridad.
En Europa existe todavía una paranoia muy sensible por los ataques terroristas en los metros de la década pasada; supongo que lo que sintieron fue como ver a un musulmán sonriendo macabramente todo el tiempo durante su vuelo a NYC.
Al parecer, en el mundo de hoy, todo nos puede traer problemas con la justicia menos ser criminales de verdad, ¿no lo creen? Con eso de que se castiga más a gente por robarse una revista en un Walmart que a gente que lava dinero en escalas masivas, masacran personas, extorsionan (que muchas veces son los mismos que deberían hacer justicia) y demás cosas muy cotidianas en la realidad mexicana.
Podrá ser este un caso muy chusco y en otro contexto geográfico, pero eso me hizo pensar, ¿será que la fuerza del Estado (cuerpos policiacos y demás poder judicial) esté resultando más perjudicial para el pueblo que lo que es de ayuda?
Ésta es una curiosa prueba de cómo estamos siendo poco a poco aislados, individualizados, empaquetados y distribuidos a un mercado competitivo donde todos son enemigos…incluso el que te sonríe; donde se nos enseña que ser bueno, es ser ingenuo y que el que es bueno con uno, algo quiere.
Creo que es un aspecto crudo de nuestro presente que vendría bien repensar un poco…digo.
En fin, ¡maravilloso resto-de-semana, bellezas!
Fuente: Le Gorafi
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