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Diablos en quemazón // By Camila Cienfuegos

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Por Camila Cienfuegos (Lili Marleen)

La señora que me había robado el bolso haciéndose pasar por una inocente viejecita me dejó una gran lección, pero no tanto como el regaño de mi hermano Fede que furibundo me reclamaba mi exceso de confianza e inocencia.
– Es que parecía wena gente.
– ¡Pues si la Tuta también es buena gente! –me respondía furioso-.

Eso pasa con tanto grupo de autodefensa, que luego de combatir a criminales y/o pasar por la tenebrosa metamorfosis de templario a comunitario, ya no se sabe en quién confiar pese a su insistencia de asumirse como buenas gentes. La degeneración de legitimaciones se ha hecho tan confusa y la guerra de acusaciones se ha recrudecido de tal manera que ya se ha vuelto harto difícil distinguir entre los remanentes de templarios y los autodefensas.

Lo que hemos vivido en las últimas horas en la región del Valle de Apatzingán y hasta el Bajío michoacano es una muestra del desorden en la seguridad pública pero sobre todo, una peligrosa mezcolanza de autodefensas cuya única característica, es la de señalar a otros autodefensas como los malos. Son los daños colaterales secundarios del entonces comisionado Castillo que pactó con todos y armó a todos por igual.

Hasta ahora, el saldo es de 22 automóviles incendiados y dos gasolineras siniestradas.

No sé si el gobernador Silvano tiene mala suerte o si el teatro se le vino abajo pero, justo cuando comenzó el discurso de una mejora en la seguridad pública, que colocó a Michoacán en los primeros lugares de seguridad, se vino esta serie de revueltas que pareciera nos remiten a la triste y horrible era templaria.

TIRIPETÍO
Algunos dirán que exagero o que soy emisaria del maléfico imperialismo, pero me resulta difícil evitar pensar en la estrecha relación que pudiera existir entre las incursiones de los grupos criminales denominados “viagras” con las protestas de los normalistas de Tiripetío que, dicho sea de paso, se hicieron de un arsenal al arrebatarles a varios policías sus armas de cargo.

Los pretextos para protestar, a la par de los viagras, pueden tener un sinfín de razones disfrazadas de legitimidad que van desde el rezago en el pago de becas y acuerdos no cumplidos, hasta el no a la privatización de la educación.

Si el gobierno quiere hacer cumplir la ley, debe pasar de las bravatas de pelea callejera a la acción concreta que permita la recuperación del armamento y el encarcelamiento de los alumnos que recurrente y sistemáticamente han sobrepasado la línea de la tolerancia.

Cuando veo a los activistas pro-normalistas manifestarse desde la difícil opinión feisbukera para que no se criminalice la protesta, y luego veo los daños causados a cosas y gente por parte de los futuros maestros, a veces dudo que vivamos en el mismo país.

Incendiar un autobús y lanzarlo en llamas hacia el contingente de policías antimotines los hacía parecer diablos en quemazón.

¿ESTUDIANTES PILLOS?
Tres estudiantes de la Facultad de Derecho (y un menor de edad) asaltaron un OXXO y las redes sociales fueron muy severos con ellos.
Una señora se sorprendía mientras miraba un diario local en un puesto de revistas del centro de la ciudad:
– Cómo pueden ser ladrones si solo son unos pobres estudiantes.

– Los normalistas también son estudiantes –le respondió malencarado el vendedor que no dejaba de acomodar periódicos-.

…el ciclo de la vida.

¡¡Excelente miércoles para todoooooooooooooooos!!


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