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¿Vivir la vida? por @AnnHiellow

Por Ann

Nací en el DF en pleno verano. Soy maestra, freelance, instructora, redactora, columnista y todóloga. Disfruto de leer, pintar, escribir, chacotear en conciertos y he de confesar que una de las cosas que más disfruto en la vida es comer garnachas en mi casa viendo películas con mi familia y mi perro Isabel. El objetivo de este espacito es regalarles un chisporroteo de reflexión, despertar ese gusarapo de la curiosidad que dormita en lo más profundo de sus macetotas, además brindarles un ratito agradable y de descoque reflexivo.
Nací en el DF en pleno verano. Soy maestra, freelance, instructora, redactora, columnista y todóloga. Disfruto de leer, pintar, escribir, chacotear en conciertos y he de confesar que una de las cosas que más disfruto en la vida es comer garnachas en mi casa viendo películas con mi familia y mi perro Isabel. El objetivo de este espacito es regalarles un chisporroteo de reflexión, despertar ese gusarapo de la curiosidad que dormita en lo más profundo de sus macetotas, además brindarles un ratito agradable y de descoque reflexivo.
 
Es una frase por demás escuchada y tal vez gastada, al menos una vez la hemos escuchado ya sea en la escuela, en casa, en la tele, en donde sea, pero alguien nos la ha dicho. Y creo que casi siempre la tomamos a la ligera, al igual que ésa que dice “disfruta el momento”. Pues hoy más que nunca me he convencido de que la vida y el tiempo se van en casi un suspiro.
Cuando estaba más chavilla como que no le tomaba el suficiente aprecio a las cosas, todo me parecía difícil y el encontrarle el sabor a las cosas, con lo bueno y lo malo que estas tuvieran, me costaba un trabajo enorme. Cargaba con una enorme cantidad de negatividad y prejuicios que nublaban mi visión del panorama, incluso de las personas.
El último año ha sido particularmente difícil en varios aspectos: en lo académico, en lo laboral, en lo económico, en lo personal e incluso, en lo espiritual. Muchos cambios al mismo tiempo y parecía que nunca vería la luz al otro lado del túnel, hasta que poco a poco las cosas se fueron acomodando de tal forma que ya el atolladero está casi en el pasado.
He de confesar que me cuesta ser sociable, hay quienes platican hasta con las piedras pero yo no, simplemente no puedo; sin embargo, he conocido gente maravillosa que tiene una tremenda facilidad de relacionarse con las personas que les rodean y pareciera que se toman la vida con mucha tranquilidad. En mi constante acelere, el estrés y las enfermedades gastrointestinales me acechan, y aunque aparente calma, por dentro siento que tengo lava hirviendo en las entrañas.
Bueno, a lo que voy, en serio, hay que vivir la vida y disfrutarla a cada momento, porque conforme va pasando el tiempo las cosas cambian, las situaciones, las circunstancias, las personas, nada vuelve a ser igual, es parte de ser y estar. Lo que he aprendido y me queda claro que debo hacer no importa qué, es lo siguiente:
1. Disfrutar cada minuto que paso con las personas que aprecio, sean amigos y/o familia, en un momento se pueden esfumar por motivos que tal vez ni tú entiendas. A mí me acaba de pasar.
2. Apreciar el fruto de mi esfuerzo y no tomarlo a la ligera, costó trabajo ganarlo y hay que apreciar la cosecha evitando dilapidarla en banalidades.
3. Tener más apertura, la gente no muerde y los que lo hacen, nos dan lecciones.
4. Tomar las cosas con calma, no hay que creernos todo lo que pensamos y no hay que pensar en todo lo que creemos creer.
5. Perdonar, primero perdonarme para poder hacerlo con el resto de la gente con la que de alguna u otra forma he tenido algún conflicto.
Los puntos citados no son ninguna fórmula mágica ni mucho menos, pero sí son algunas cosas que podemos hacer para mejorar nuestra existencia, disfrutarla y vivir en paz.
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