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¡Tu madre!

Por Luis Fabián Fuentes Cortés

– ¡Esta es la quinta escuela donde asisto! ¡Ya me han corrido de otras cuatro! ¿Crees que me preocupa que me expulsen de esta también? – Gritó el escuicle desde las escaleras. – Además tu jefe no expulsa a nadie, pinche gato…

El prefecto, Raúl, sólo lo miró de reojo. Realmente no le importaba ese muchacho, tenía dos reuniones por delante con el director y dos padres de familia. Llegó a la puerta y tocó.

– Adelante…

Entró y la escena no le parecía agradable. Ninguna reunión lo era. El jefe no era precisamente un encargado adecuado. Ya de por sí era complicado lidiar con adolescentes malcriados, desafiantes y violentos todo el día. Pero las reuniones con padres de familia tenían peso adicional. En esas reuniones se podría analizar quienes eran los hijos no deseados, no amados, mal queridos. Gerardo, el alumno objeto de la reunión estaba sentado junto a su madre. El director al otro lado del escritorio, mostraba una pose de vendedor de autos comprensivo con la situación crediticia del cliente y a punto de venderle un plan de pagos convenientes.

– Raúl ¿Cuál es la situación de Gerardo? – Preguntó el directivo.

– Lo encontré fumando marihuana, la pipa le fue decomisada y es esa que se encuentra en el escritorio.

– ¡Pero en la escuela fuman todos! – Chilló Gerardo

– Se puso violento, comenzó con la agresión verbal y amenazó con decirle a sus amigos para que me dieran una madriza.

– ¿Cuáles amigos Gerardo? – Preguntó la madre – Entonces es cierto…

– La pipa no es mía, yo sólo le di una fumada… Pero este pendejo siempre me trae de encargo… Se siente la gran verga cuando sólo es un gato… además…

Fue interrumpido por la mano de la madre. Gerardo acababa de aprender dos lecciones de anatomía harto valiosas. La primera, que su boca no era tan rápida como la mano de su madre y la segunda que no es fácil hablar con el hocico reventado. Raúl trató de disimular la sonrisa…

– En la casa nadie te enseña a hablar así, ni a tener esas actitudes.- Dijo la madre exaltada, después se dirigió al director – En este momento quiero los papeles de mi hijo. Ya no vendrá a esta escuela ni a ninguna otra… al menos no hasta que sea digno de estar en una escuela.

– Pero señora… no sea tan estricta con él. El muchacho necesita comprensión, cariño, debería darle otra oportunidad… – dijo el director.

– La oportunidad la tendrá trabajando en el campo y que se pague su propia escuela y si no, hay gente que sobrevive con lo que sale de cosechar jitomates.

– Debería ser más paciente…

– Usted no es quien para decirme cómo educar a mi hijo…

– Está bien, pase con la secretaría y que le entreguen el expediente.

La madre salió con su hijo de la oficina. El director se llevó la mano al cabello…

– Acabamos de perder una colegiatura…

– Y también un problema…

– ¡Cállate! De ahí vivimos todos… Si fuera una escuela pública, como sea, ahí pueden darse el lujo de expulsar alumnos. Nosotros no podemos darnos ese lujo… Expulsar y reprobar gente reduce la matrícula y los ingresos.

– En cambio podemos darnos el lujo de soportar insultos y mantener y graduar inútiles. Esa madre me cae bien… debió citarla antes, antes de que los asuntos de Gerardo fueran tan complicados.

– ¿Quién sigue? – Dijo mientras lo miraba con cierta antipatía…

– La madre de Eduardo lleva esperando un rato. Por cierto, dice Eduardo que usted y yo se la pelamos, que si ya lo han expulsado de otras escuelas, esta no importa, además ya sabe que usted no expulsa a nadie…

– Dile que pase…

La madre lucía arreglada, al menos una hora frente al espejo maquillándose y una hora de gimnasio diariamente. Ropa elegante.

– ¿Cuál es el problema de mi hijo? ¿Tiene retraso con la colegiatura?

– Tiene siete materias reprobadas y ayer se peleó con uno de sus compañeros. Atacó a su compañero con una navaja… Raúl los separó y se la decomisó…

La madre barrió al prefecto con la mirada…

– Hace unos días lo encontraron con su novia teniendo sexo en uno de los salones…

– Ya ve como son los muchachos a esa edad – respondió la madre – Pero, por eso pagamos y los mandamos acá, para que los eduquen… ¿no me diga que lo va a expulsar? Ya sabe que su padre es una persona influyente…

– No señora, podemos manejarlo, solo hablé con él… para que ya no se repita…

– Al que debería correr es a este prepotente que tiene de prefecto, no sé, busque a alguien que sea más empático con los alumnos y sus necesidades…

– Lo tomaremos en cuenta señora… gracias por sus sugerencias.

La mujer salió de la oficina, mientras Eduardo se despedía de mano del director y de Raúl, a este último le echó una mirada con aire desafiante. Cerró la puerta con fuerza…

– ¿Ves? Así es como se mantiene la chamba…

– No importa… hoy es mi último día de trabajo…

– ¿A dónde te vas?

– No sé, es probable que a trabajar junto con Gerardo… Quiero recuperar mi dignidad perdida, debería hacer lo mismo…

Raúl salió de la oficina, caminó por el pasillo rumbo a la puerta…

– ¿Ves pinche gato? Me la pelas…

– ¡Tu madre, muchacho pendejo!

Eduardo no supo que responder, jamás esperó esa respuesta en ese tono…

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Nací en Zamora el primero de enero de 1982. Diría que soy el típico capricornio, pero no creo en tonterías. Mi vida académica me ha llevado a varias partes del país: Guadalajara, Querétaro, la Ciudad de México, Guanajuato, Salamanca y Morelia. Estudié Ingeniería en Industrias Alimentarias en el Tecnológico de Zamora, la maestría en Ingeniería Mecánica en la UMSNH, institución donde actualmente estudio el doctorado en Ingeniería Química. Profesionalmente, he sido consultor de algunas empresas y docente. Estoy casado con la ciencia y la tecnología, pero me gusta ser infiel y a veces me escapo y le pongo el cuerno con la música, la poesía y la Filosofía. En ocasiones he sido activista político, cuando la causa me convence, afortunadamente mi disciplina y ética no me da para pertenecer a ningún partido político.

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