Todas las letras (primera entrega)
Por Alberto Luquín
Entre los comentarios que recibo cada vez que sale esta columna, encuentro correcciones acertadas, interacciones interesantes e hilarantes ejemplos de Dunning-Kruger. Estos últimos se reconocen fácilmente, pues sus autores usan una voz bastante autoritaria para hablar de cosas que no entienden. Tal es el caso en la siguiente cita, un buen ejemplo de la falacia informal conocida como verdad a medias:
“Eso sin contar los estudios que revelaron daños en el hígado de ratas de laboratorio por consumir transgénicos, no necesariamente por serlo, sino por los pesticidas a los cuales son sometidos, pero a los cuales se han hecho resistentes precisamente con la investigación científica; y a raíz de los cuales, fueron prohibidos en algunos países de la UE y de Sudamérica.”
Seguramente, despreocupado lector, me preguntará qué tiene de especial el comentario. Respondo: me llama la atención que menciona un estudio (el del Séralini) afirmando conclusiones y consecuencias que no tuvo. Un breve paseo por sitios escépticos y de divulgación nos muestra que la susodicha investigación está tan mal hecha que resulta inválida .
Asimismo, estos errores de procedimiento llevaron a que el susodicho estudio no tuviera efecto alguno en la legislación europea : Bélgica, Dinamarca, Alemania, Italia y los Países Bajos lo han rechazado por improcedente. Estamos, pues, frente a un interesante caso de lectura selectiva. Algo similar me ocurrió hace unos meses en el espacio que Greenpeace León tiene (o tenía, ya no he buscado) en Facebook.
Cuando pregunté por estudios confiables acerca de los daños provocados por los OGM, los de Greenpeace me enlazaron a su página web. Lastimosamente, el estudio en cuestión no demostraba daño alguno, simplemente era una búsqueda de trazas de transgénicos en la masa utilizada por Maseca. La conclusión me sacó una carcajada: resulta que Maseca no hace un uso intensivo ni extensivo (no lloren mucho, chairines) de maíz transgénico.
Más, la próxima semana…
Posdata que es reclamo, sobre gente que cobra por no leer lo que debiera:
En la página de Facebook de Voz y Solución, tuve un debate con una funcionaria (me niego a llamarla maestra) de la SEE llamada “Vevonchites Parra”. La señora concluía que las reformas privatizarán la educación, trayendo sobre nosotros caos, muerte y ruina. Le pregunté si conocía el texto, su respuesta me demostró que no: el ya conocido cóctel de lugares comunes, falacias ad hominem y hombres de paja.
Que una funcionaria de la SEE desconozca el texto de la reforma me parece grave, y así se lo hice saber. De la nada, entre tanta parrafada, usó un enlace de El Deforma. Así es, desocupado lector: un enlace de El Deforma, el periódico satírico en línea que, en letras no tan pequeñas, hasta abajo, aclara que ninguna de sus noticias es verdadera.
Después de hacérselo saber, su reacción fue provocar el bloqueo de mi cuenta por 12 horas. Y así es como Michoacán merece respeto, con una burócrata de la SEE incapaz de leer una página completa, incapaz de responder una pregunta puntual sobre una reforma en su área de trabajo e incapaz de responder a la legítima crítica ciudadana. Todo a cargo del erario, por supuesto.
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