Literal: Nosotros Matándonos Y El Gobierno Haciéndose Pendejo // By @ellycastillo
By: Elly Castillo
“Es hablándonos y no matándonos como habremos de entendernos” -Melchor Ocampo-
“Es matándonos y no hablándonos como habremos de entendernos” -Conductor de la Durango Roja-
No por nada la primera frase habría de ser pronunciada por un célebre michoacano como don Ocampo, tal vez por eso mismo pasó a la posteridad, porque sabía lo que decía, en todos lo sentidos.
Tod@ morelian@ que esta leyendo este texto seguramente ya intuye para donde voy luego de que nunca se había visto algo así en
la capital. En toda su historia como ciudad. Claro, la tecnología contribuyó con la parte que le corresponde en estos tiempos de redes sociales y viralización.
Y como mínimo, don Melchor Ocampo debe estar mega revolcándose en su tumba al ver que la gente de su estado, suyo de él,“Michoacán de Ocampo”, nada más no entiende nada de nada. Particularmente sobre la “evolución” de la gente como integrante de algo llamado “sociedad”.
Y es que el nacido en Pateo, tenencia de Contepec, quien pasaría a la historia porque llegó a ser la mano izquierda de Benito Juárez, además de redactar la famosa Constitución del ‘57, alguna vez pronunció esta frase que ya analizada más detenidamente parece una sentencia, la cual pasaría a la historia, al menos de sus biografías y placas de monumentos: “Es hablándonos y no matándonos como habremos de entendernos”.
Sin embargo, Martín Gerardo González Montaño dio un ejemplo de que en pleno Siglo XXI nos podemos tratar de “entender”, matándonos, -previo a agarrarse a golpes- aventando un camionetón a una -literal- bola de manifestantes que lo desesperaron porque no lo dejaban transitar por donde él necesitaba hacerlo.
Sin duda, el atropello de los 12 normalistas del miércoles pasado no fue, no ha sido, y no será “un incidente más” como pareciera que las autoridades de este estado, de esta ciudad capital, lo quisieran hacer parecer. Algo así como una ‘cosa más’ para archivar.
Ningún fenómeno mediático informativo se había viralizado de tal forma en Morelia que acaparara la atención de los cibernautas nativos en las redes sociales por más de 48 horas como lo fue el atropello de 12 manifestantes en la salida Salamanca.
Ni las acciones de las Autodefensas, ni los abatimientos de líderes templarios, y mucho menos las detenciones de funcionarios han provocado entre la sociedad -moreliana- lo que ha hecho este penoso incidente.
Vamos para 6 días del hecho y no dejan de difundirse tuits, posts, memes, críticas, debates, y sobre todo, férreas y calientes discusiones sobre quién fue culpable y quién es inocente, incluyendo un ejemplo de algo muy muy pocas veces visto en la prensa michoacana: periodistas vs periodistas.
No es que los periodistas locales suelan ser “unidos” ni mucho menos, por el contrario, son tan orgullosos y vanidosos que piensan que sólo su opinión existe – y es la única válida- y por eso pretenden y fingen no fijarse en los trabajos de sus colegas. Cosa que no pasó esta vez. “Perro sí puede llegar a comer perro”, parafraseando y contradiciendo el dicho.
Ello, ya que ningún fenómeno mediático informativo había mostrado la división que hay en la sociedad moreliana en casi todos -casi- todos los niveles y estratos sociales. Lo mismo opinan al respecto las chavitas fresitas de Altozano, los mirreyes de Tres Marías; la prole de El Realito o la Industrial, los marginados de la periferia; los de la clase media en la Vasco de Quiroga o Ventura Puente, Félix Ireta, los de la Chapu y todo aquel con acceso a una computadora con internet y cuenta en alguna de las redes sociales.
Ta vez reflejo de esa tesis que se empieza autoforjar entre los habitantes de la capital de Michoacán: Somos tan bipolares que a veces da la impresión de ser una sociedad bien mocha y de repente da giros “liberales”. En el día somos toda recato, en la noche nos soltamos el pelo. Pero a final de cuentas, seguimos viviendo en un rancho -y todo mundo se conoce-
Así ‘pues’ , lo peor y lo más peor de los morelianos como sociedad ha emergido cual taza de baño de antro de mala muerte destapado por plomero inexperto. Gente que se alegra, ¿festeja? porque “por fin” -alguien- se atrevió no sólo a encarar sino a “castigar” a esos normalistas que tanto joden la vida cotidiana a terceros que no la deben ni la temen con sus plantones, marchas y manifestaciones, pensando que echarle un vehículo a otro ser humano, intentar matarlo, sin importar que sea hombre, mujer niño, anciano, es, a estas alturas, justificable.
Y tenemos también, gente que defiende a los manifestantes como la madre abnegada que se niega a ver que su querubín se llega a transformar en un maleante criminal que jode a toda una sociedad en contubernio con unos cuantos, en lugar de estar estudiando y preparándose para, precisamente, salir adelante y no depender de hacer manifestaciones como modelo de vida como profesión. Empecé como normalista, me seguí como maestro de la CNTE.
No está por demás decir que los primeros son los más, en una proporción que indica que de cada 10 comentarios vertidos en redes sociales al respecto del tema y que también circulan dentro de los espacios abiertos de los medios de comunicación locales, 6 son en contra de los normalistas; 3 a favor de ellos y uno neutral (que ni esta a favor o en contra de alguno de los 2 “bandos”).
Yo soy de estos últimos. A pesar de que estoy muy en contra de las manifestaciones normalistas – y de cualquier índole- no me siento feliz ni contento ni mucho menos porque Martín Gerardo González Montaño haya determinado aventarles su camioneta Durango roja a un grupo de manifestantes.
Pero tampoco puedo dejar de ponerme en sus zapatos porque ¿qué habitante de Morelia no ha sido perjudicado por los bloqueos y manifestaciones normalistas? Y no me refiero a los automovilistas solamente “que bien pueden aguantar el tráfico un ratito” según argumentan los promanifestaciones, sino a los comerciantes, a los prestadores de servicios, a los empresarios que ven arruinado un negocio, un proyecto, porque no hay estabilidad ni certeza de siquiera llegar a visitar tierras michoacanas, ya no hablemos de invertir en ellas.
Sí, sé que alguien me refutará enseguida aludiendo a mi anterior columna “¿En qué se parece la CNTE los normalistas y los narcos de Michoacán”, donde varias personas me acusan de que “ataqué” tanto a profes como a estudiantes.
No obstante, lo único que traté de hacer fue llamar al pan-pan, al vino-vino, a los opresores-opresores, y a los criminales-criminales en el sentido de que tanto normalistas como profes CNTEntistas y narcos no sólo han deprimido y suprimido las actividades económicas del estado, sino que las siguen “oprimiendo” a pesar de que Michoacán está jodido, y mientras la mayoría de su gente está exprimida, siguen delinquiendo, secuestrando, no sólo la tranquilidad social, sino camiones y ¡vías de comunicación enteras! Mostrando que no les importa dejar pobres a la gente que vive del turismo, de los servicios, de quienes dependen de la buena imagen del estado ya sea para captar clientes, inversiones o visitantes.
No obstante, a estas alturas de la vida, hay morelianos que piensan que manifestarse es inútil y estéril, y eso es algo más falso que un billete de a 15 pesos, dado que a los gobiernos, ya sea estatales y municipales, a las dependencias, a los políticos, digamos que les gusta que «les rueguen». En este país nadie, al menos de las autoridades, te escucha y te pone atención a la primera. Ni a la segunda ni a la tercera hasta que no los «presionas» y la mejor forma que se les ha ocurrido a las organizaciones es manifestándose ya sea con marchas, ya sea con bloqueos, pero siempre afectando a terceros.
Pero, así como el indio no tiene la culpa sino quien lo hace compadre, ninguno de los ¿dos bandos? tiene la culpa “absoluta”. Ni los manifestantes ni los antimanifestantes están culpando, responsabilizando al auténtico culpable, pues mientras nosotros nos estamos peleando, y matando, ahora sí literalmente entre nosotros, “alguien” se está haciendo pendejo. Se llama “Gobierno” y se apellida “del Estado de Michoacán”.
Todo mexicano -michoacano- que vive en el México -Michoacán- real, sabe lo que significa la expresión “hacerse wey”. El uso cotidiano de este “término” implica una especie de reproche chiquito, de broma o de burla hacia una persona que muestra ante una actitud ya sea de indefinición, de pereza, de tierno deslinde ante una situación determinada: “no te hagas wey, fulano de tal”; “ya le vas a hacer al wey, perenganita de tal”; “te andas haciendo wey, sutanito..”
Pues bien, todos esos mexicanos -michoacanos- que comprenden el significado del término “hacerse wey” también entienden qué significa el término “hacerse pendejo”.
Y es que entre “hacerse wey” y «hacerse pendejo” hay varios kilómetros de diferencia, aunque ambos van por la misma ruta. Así como el “hacerse wey” es desentenderse de algo, digamos, poco significativo pues se presta hasta para la burla, el “hacerse pendejo” es pasar a palabras mayores. Porque de entrada no es lo mismo ser “wey” que ser “pendejo”.
“Wey” somos todos, incluyendo las mujeres aunque la palabra suene fonéticamente a masculino, la equidad de género la ha llevado a ser incluida ya en el actual lenguaje femenino -juvenil-, y eso cualquier chava o morra lo puede corroborar.
Pero decirle, catalogar, considerar a alguien “pendej@” es una palabra mayor. Mientras que el decirle wey a alguien puede ser incluso un “cariño” sin importar el tono de voz, el “pendejo” es grave, en cualquier entonación.
Así tenemos, que el gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo, ha guardado silencio, no ha declarado nada al respecto ni ha fijado postura sobre el caso = Se está haciendo pendejo.
El señor que ha sido enviado por el gobierno federal para detonar el desarrollo y garantizar la seguridad del estado, con el título de “comisionado” , llamado Alfredo Castillo, tampoco ha dicho algo sobre el caso que evidencia ingobernabilidad, pero sí da informes de otras “actividades exitosas por parte de la Federación” = Está haciéndole al pendejo.
Wilfrido Lázaro, el señor que cobra como alcalde de Morelia, ha hecho lo de siempre, desviar la mirada= Está pendejeando.
La Procuraduría de Justicia tardó ¡30 horas! en emitir un reporte de lo sucedido, y a medias= Se hizo pendeja.
Pero que las autoridades michoacanas y sus representantes “se hagan pendejas” mientras los michoacanos se matan entre ellos no es nada nuevo por el contrario, es parte del “sistema político estatal”, es casi casi que una tradición, un estilo de gobernar.
Cherán es un ejemplo claro: La administración tanto federal de Felipe Calderón como estatal de Leonel Godoy “se hicieron” pendejas sin enviar al Ejército ni los refuerzos de seguridad para que los comuneros no tuvieran que autoprotegerse de sus vecinos de la tenencia de Santa Cruz Tanaco donde vivían buena parte de los narcocacíques que los tenían asolados.
Pero el otro ejemplo más reciente de este “hacerse pendejos” de los gobernantes está en Tierra Caliente, donde, y desde el gobierno de Lázaro Cárdenas Batel, pasando por el de Leonel Godoy y Fausto Vallejo y los federales de Vicente Fox, Calderón y Peña Nieto, se “hicieron” pendejos por turno hasta que ya era muy escandalosa la cantidad de sangre derramada producto nuevamente del combate de michoacanos de las Autodefensas vs michoacanos del crimen organizado, lo que varios consideramos como una auténtica guerra civil.
Así pues, mientras los michoacanos siguen matándose entre sí, como ocurrió este miércoles en el crucero de Salida Salamanca, como ha ocurrido durante 12 años en Tierra Caliente, como ocurrió en Cherán hace 3 años todavía; las autoridades, los gobernantes, los encargados de impartir y repartir seguridad y justicia, se hacen, literalmente pendejos.
Como si quisieran que nos matáramos entre todos para poder vivir ellos a gusto, sin “afectar” el lindo Michoacán en el que ellos viven. Pero, la culpa no la tiene el candidato, sino el que lo hace gobernante…
Cosas que ahí están pero a nadie le interesan: “Todos los periodistas somos chayoteros ¡TODOS!” …próximamente.
TRUCHAS: Un chavito de 16 años falleció la madrugada de este domingo ahogado en una pool party organizada para menores de edad al sur de Morelia y en la cual se cobró la entrada, se les vendió ¿o se les regaló alcohol? y al parecer corrieron muchas sustancias ilegales durante el evento lo que propició que nadie se diera cuenta del deceso hasta que fue tarde. Ojalá los padres de familia se preocupen por esto, pues sus hijos están en grave riesgo.
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