SOFTNEWS

La república del leopardo jaspeado/ By @indiehalda

Por Oscar Hernández

“Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi (Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie)”

– Tancredi Falconeri en “Il Gattopardo”, novela de Tomassi di Lampedusa

Oscar vive con su esposa, su biblioteca musical, su perro y su gato en el sur de la ciudad más guapachosa del hemisferio occidental.  Una extraña mezcla de hipster, Godinez, otaku y cargador de central de abastos, Oscar opina de casi todo, regularmente sólo para quejarse. A Oscar le gusta el post-rock, Haruki Murakami, los atardeceres, el Boing de tamarindo y -para su desgracia- todo lo que engorda, alcoholiza o es socialmente reprobable. Pero hey, se la pasa bastante bien. Su columna habla del acontecer económico, político, social y cultural del DF visto por un moreliano de corazón.
Oscar vive con su esposa, su biblioteca musical, su perro y su gato en el sur de la ciudad más guapachosa del hemisferio occidental. Una extraña mezcla de hipster, Godinez, otaku y cargador de central de abastos, Oscar opina de casi todo, regularmente sólo para quejarse.
A Oscar le gusta el post-rock, Haruki Murakami, los atardeceres, el Boing de tamarindo y -para su desgracia- todo lo que engorda, alcoholiza o es socialmente reprobable. Pero hey, se la pasa bastante bien. Su columna habla del acontecer económico, político, social y cultural del DF visto por un moreliano de corazón.

México lleva cambiando las últimas 5 o 6 décadas, o al menos eso es lo que nos han dicho. Desde Adolfo López Mateos el país comenzaba entrar a la modernidad; con López Portillo debíamos prepararnos para administrar la riqueza; Salinas nos dijo que México ya era una potencia mundial, Fox que la transición democrática nos impulsaría y Peña que las reformas, ahora sí, iban a poner al país en las ligas mayores.

Vivimos peregrinando en el desierto, persiguiendo el espejismo de mejora que cualquier predicador señala con dedo esperanzado. La omnipresente promesa de un mejor mañana es un truco de prestidigitación: ahora la vemos, ahora no. El líder en turno mueve sus manos sobra la bola de cristal, vaticinando siempre un futuro brillante, sólo para desaparecer cuando no hay forma de explicar el fracaso de su pronóstico.

¿Y qué cambia? Pues poco o nada. Miremos al alcalde de San Blas, Nayarit, quien hace unas semanas confesó haber robado (poquito, menos mal) y que ahora el pueblo decide reelegir en su labor. El mismo ladrón, ahora cobijado por el vulgar cinismo disfrazado de honestidad y arrepentimiento genuino. En resumen: Todo cambia y todo sigue igual.

Ahora volteemos al DF, en el que una lucecilla de brillo opaco en el canal de las estrellas tiene la puntada de celebrar su cumpleaños en el máximo mausoleo de este país, reservado para el eterno descanso de los pilares sociales y culturales de la nación, y que terminó convertido en jardín de fiestas.

Un delegado que habla de una sanción enérgica, una multa para la susodicha (nunca se habla de cesarla de su puesto en la delegación del que claramente abusó) y un par de despidos. Nada se habla de una prohibición. En resumen: Todo cambia y todo sigue igual.

Miremos ahora la nación mundialista, donde 4 compatriotas esperan tras las rejas la sentencia por un acto ruin que de haberse realizado en tierra azteca los tendría botados de la risa. Pero no. Los delitos que se les imputan son graves para la ley brasileña.

El trasfondo: dos de ellos son funcionarios operativos de alto nivel de una de las delegaciones más grandes de la capital, otro más director (exdirector, se presume) de ventas de una de las más importantes firmas de software a nivel mundial. Conectar los puntos resulta una tarea de kínder.

¿Qué se ha hecho? Una conferencia de prensa donde el delegado cesa a los involucrados (pero se dice dispuesto a reintegrarlos si se comprueba su inocencia), una empresa que de inmediato se deslinda y la imposibilidad de investigar si algún contrato pudo haber puesto en el mismo momento y lugar a 3 personas que la lógica nos dice disfrutaban las mieles de un trato entre particulares, para el supuesto beneficio de la sociedad. En resumen: Todo cambia y todo sigue igual.

Por último, pongamos los ojos en el gran elefante blanco denominado poder legislativo federal, y la avalancha de reformas estructurales vitales para el crecimiento del país que están discutiendo y avalando a velocidades dignas del más potente coche de carreras. De cero a cien en 3.5 debates legislativos.

La reforma de telecomunicaciones ha terminado por beneficiar mayoritariamente al emporio mediático del Sr. Azcárraga. Sin embargo, en una maniobra digna de un campeón ajedrecista, el todopoderoso Slim decide quitarse la etiqueta de preponderancia a punta de venta de activos. ¿El resultado? Un aumento de casi el 10% de su ya de por si vasta fortuna en un solo día y la alfombra roja puesta para su entrada triunfal al sector de la televisión abierta. Vítores y hurras entre los conocedores del tejemaneje empresarial. En resumen: Todo cambia y todo sigue igual.

Y así ediles ratas pero sinceros, estrellitas ocurrentes, funcionarios morbosones y los mismos legisladores una y otra y otra y otra vez nos siguen queriendo apantallar a usted y a mí con el cuento de siempre: el avance, la mejora, EL CAMBIO.

Váyanse olvidando del águila y la serpiente: el leopardo jaspeado de Tomasso di Lampedusa es la fiera que mejor representa a este país.

Cierro con una frase de una canción de los regios de Zurdok, que describe a la perfección mi sentir sobre esta nación: “Siempre me encuentro dando vueltas tan rápido, cuando en realidad permanezco estático”

Epílogo: hasta en la sopa el nuevo material de Molotov, pan con lo mismo de la autoproclamada “banda más contestataria de México”. Y por todos lados relucen los logos de sus marcas patrocinadoras. La banda que invitaba a no dejarse embrutecer por el señor Zabludovsky ahora quejándose de la escena musical actual, con una estética muy cuidada y leperadas que ya suenan cansinas. No sé si soy yo o el discurso del cuarteto el que se hace viejo, pero ya me dan sueño.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba