La plaga
Por Luis Fabián Fuentes Cortés
Medio día. Sala de la casa. La tribu se mueve, pasa por debajo de la mesa de centro. Las embarazadas se quedan junto a la pata del sofá. Los exploradores avanzan por las zonas descubiertas, el objetivo es la galleta de chocolate abandonada bajo el sillón grande.
Las migajas debajo del mueble de la tele se antojaban, pero la tribu de hormigas ha ganado. Esas malditas que se sienten la gran cosa por trabajar todo el día y ser, según ellas muy organizadas. Presumen todo el día su tonto e inútil castillo subterráneo. Sin embargo, pelear con ellas es peligroso. La última batalla contra ellas fue terrible. No solo atacan en grupo y en forma organizada, también son caníbales y gozan haciendo festines con los cadáveres de sus enemigos. Su motivación, además de defenderse es comer.
Los exploradores alcanzan la galleta y sonríen. Hacen una seña al resto del grupo moviendo las antenas en diversos sentidos. Los más pequeños asienten y caminan hacía la galleta. El espacio abierto es peligroso. El perro suele tomar a los sujetos más grandes y jugar con ellos hasta matarlos. Por fin llegan a la galleta y comienzan a saborearla, toca el turno a las embarazadas, las cuales se mueven lenta y torpemente.
El piso comienza a cimbrarse, se dan cuenta del descuido y de que la noche no ha sido suficiente precaución. La luz se enciende y el grito las delata:
– ¡Malditas cucarachas asquerosas!
El peso fantasma machaca a algunas, como un meteoro implacable, los intestinos quedan al descubierto y regados por el suelo, alguna se queda embarrada en el meteoro que sube y baja en forma violenta. Los pasos se alejan y parece que las cosas vuelven a la calma, pero la luz sigue encendida…
Ese sonido ya lo han escuchado antes, la brisa de la muerte se esparce, ahoga, pica las gargantas y luego viene el espasmo. Corte cerebral y todo se termina. La brisa camina bajo los muebles, por los pisos… las zonas húmedas son las peores, caminar por ellas es garantía de muerte.
Pero los sobrevivientes aprenden, se vuelven resistentes a las brisas de la muerte, ya habrá otras noches y nuevas galletas. Por esta noche solo queda retirarse y reproducirse…
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