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La Iglesia, la toda culpable @paulalcantar

Por Paul Alcántar

Originario de Zamora Michoacán; en alguna ocasión pensé en ser sacerdote, comprendí desde hace tiempo que las libertades son complementarias para la convivencia diaria y con esa idea actúo. Actualmente soy estudiante de Maestría en Política y Gestión Pública por el ITESO en Guadalajara Jalisco; la hago de asegurador, de politólogo, de activista y ahora de columnista en este espacio. La grilla no debería existir.
Originario de Zamora Michoacán; en alguna ocasión pensé en ser sacerdote, comprendí desde hace tiempo que las libertades son complementarias para la convivencia diaria y con esa idea actúo. Actualmente soy estudiante de Maestría en Política y Gestión Pública por el ITESO en Guadalajara Jalisco; la hago de asegurador, de politólogo, de activista y ahora de columnista en este espacio. La grilla no debería existir.

Habemus Papam, Cardenal Bergoglio que resultó argentino y jesuita conservador aunque de un matiz no ortodoxo y que vive su voto de pobreza como lo impone la orden a la que pertenece. Felicidades para quienes creemos que el nuevo pontífice volcará esa convicción de humildad hacia los marginados –o eso es lo que dice- y que los demás cardenales y obispos están exhortados para actuar en consecuencia.

Pero aún es mala noticia para quienes creen profundamente que es la alta jerarquía de la Iglesia la que debe cambiar su postura en temas tan relevantes para el progresismo de la humanidad. Si bien es cierto que en nuestro país y en el resto de América Latina el promedio del catolicismo oscila entre el 70 y 80 por ciento de la población y que por ende influye en el actuar de los políticos de cualquier corriente ideológica, también es cierto que las reformas para el pleno reconocimiento de los Derechos Humanos depende del activismo ciudadano, de las alianzas que entre ellos que los hace fuerte y no de los obispos, sacerdotes, curas, misioneros, religiosas, o todo ministerio que se le parezca.

Me referiré en particular al activismo en pro de la defensa de los derechos LGBTTTI (Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, Travesti e Intersexual) que en México ha dado frutos y grandes avances notables para cambiar una cultura por el respeto y la eliminación de la discriminación en algunos sectores. Sé que no hay que cantar victoria porque aún no es suficiente la lucha.

Pero he escuchado de amigos y personajes a quienes admiro por su trabajo y entrega, a quienes se les ha criticado y difamado injustamente por su empeño, manifestar que será este nuevo Papa igual que los anteriores y que, por ende, no habrá cambios ni mucho menos reformas eclesiales para aceptar el matrimonio igualitario, ya no digamos en la Iglesia sino en las sociedades en las que influye desde el púlpito para denostar un derecho de dos personas a unir un compromiso de vida y que el Estado se los reconozca. Y tienen razón, creo que no nos tocará nada de eso y sería un verdadero milagro que ocurriese.

De lo que disiento es que en esos mensajes de los activistas, y quienes se asumen como tal quieran hacer reflexiones “inteligentes” con ataques sin información con el único propósito de lastimar a toda una comunidad creyente con la que convivimos diariamente. La calumnia hacia el Papa Francisco ha generado una discusión absurda entre radicales –y los no tanto-  sobre la participación del ahora pontífice durante la dictadura argentina en los años setenta, en donde lo acusan de colaborar para desaparecer a sacerdotes jesuitas con apego a la Teología de la Liberación y por estar detrás de la venta de niños; situación que ha sido desmentida por historiadores, periodistas y hasta por un Nobel de la paz.

Otra discusión que no encuentro mayor consenso es  la postura del entonces cardenal Bergoglio sobre la aprobación del matrimonio igualitario en su natal Argentina hace casi tres años; motivando, inclusive, que sus declaraciones fueran calificadas como “arcaicas” por la misma presidenta Cristina Fernández, confirmando así una revolución cultural y social vivida de años atrás, construida desde la sociedad civil activa dejando a un lado el protagonismo y sus disputas por un objetivo único.

Creo que seguir con discusiones así se perdería mucha de la credibilidad que grupos de la Diversidad Sexual han logrado con esfuerzo por el hecho de entrar a discusiones que  han llevado a construir nada, ya que si la influencia negativa o positiva para el consenso de equiparar los matrimonios en nuestro país fuese de la Iglesia Católica, entonces en la Ciudad de México con un cardenal tan doble moral como lo es Norberto Rivera hubiese detenido la ley que permite a las personas casarse sin importar el género; o lo que sucede en Coahuila, su obispo el dominico Raúl Vera –tan identificado con la izquierda- cabildearía para que todo el norte de México se sume a lo que se vive en la diócesis de la que es responsable, pero no es así.

Considero que es tiempo de echar las culpas por el caño y que quienes han logrado mucho con nada realicen una crítica objetiva, dura y plantearse si es verdad que los acuerdos políticos no salen por falta de voluntad, por la culpa del catolicismo o porque lamentablemente puede más el protagonismo individual.

Que el Papa no tiene la culpa, él sólo hará su chamba.

Chapulines

Es inminente la reforma energética para que la IP entre a PEMEX. La izquierda medio ha brincado y el PAN con sus problemas internos no ha hecho mucha fuerza para detenerla y no creo que le importe; no habrá fuerte oposición y será inminente que el PRI y Peña Nieto logren su cometido.

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