A la caza de la disertación/ By @Oswaldisimo
Por: Oswaldo Calderón
Definitivamente podría decir de Lucero, ésa, la que le canta a la Virgen, a la que en realidad no era virgen o al menos dejó de serlo, ésa que llora como magdalena, y volvemos con una que definitivamente no era virgen, pero era más honesta, en fin, ésa que parece plañidera profesional en busca de los recursos para los niños discapacitados y resulta que ella, ésa monstruosidad, mata los animalitos del señor por pura diversión, a ésa cosa inhumana, pero ¿cómo puede ser inhumana cuando es la imagen del Teletón? ¿Cuándo dejó de contarse las pecas en la espalda para ir de caza?
El problema no es que haya cazado, asesinado, dar muerte a un animal salvaje, que no está en peligro de extinción, pero tampoco ése es el problema, sino que haya sido cómplice de la muerte del animal, junto con sus pequeños y monstruosos hijos, no debería decir eso, en fin, que por diversión haya mandado al animal al cielo de los animales, ¿hay un cielo para los animales?
Y puede ser una conducta reprochable, ya me veo yo reprochando algo, ¿con qué calidad moral? Ni tampoco por darle la razón a los vegetarianos, como sí ellos no cazaran zanahorias y coles que también son organismos vivos, pero no se quejan, y tampoco los animales cazados; porque está de moda ser defensor de los animales ¿y quién defiende los vegetales? Porque defender a los animales nos hace más humanos y menos animales, porque nos coloca en un parámetro por encima de aquellos que no lo hacen y podemos llamarlos asesinos y ellos pueden llamarnos hipócritas, porque somos la especie en el pináculo de la cadena alimenticia o porqué somos racionales y los demás no.
En fin, creo que se trata de un asunto sobre el sentido común, la ética y ser coherentes, y en ese sentido, mi más sentido pésame al animal cazado sin sentido, para dar por sentado que tampoco sobre la ética o el sentido común o la falta de coherencia podemos apresurar juicios o argumentos, porque nos quedamos cortos o no alcanzamos el nivel de calidad moral para aventurarnos y no ser al mismo tiempo enjuiciados por creernos mejores. Porque las especies forman un delicado balance natural y no son especies creadas para la diversión de otros y en el instinto somos cómicos y con la naturaleza somos trágicos. Porque nos alimentamos de cientos de especies pero esos millones de bastardos son creados para el consumo humano y así las cosas. Porque no sentimos culpa por tragar cerdo o vaca o conejo, ¿y por qué deberíamos sentirnos culpables? Porque yo no tragaría soya de por vida sólo para no sentir culpa, ni ser vegetariano, pero tampoco matar un animal por diversión, doméstico o no. Y todo lo anterior no me hace sentir superior, ni bueno o malo. Porque hasta que no entendamos que la naturaleza no está a nuestra disposición, sino que somos parte de esa misma naturaleza, hasta entonces, un acto tan arbitrario nos parecerá deleznable e irracional y no antinatural.
Porque todos somos “Luceros” en potencia y basta tan sólo perder el sentido común para ser perversos, y la perversidad es una acción intencionada de hacer el mal. Y cuando más cerca estemos de defender los derechos de los animales y menos confiados con el humano de al lado, entonces estaremos en una posición complicada. Y de eso se trata todo, creíamos que Lucero era una buena persona y no lo es, y tampoco lo somos nosotros, por eso nos produce indignación, porque nos vemos en el mismo espejo y sabemos lo poco digno que somos, que la naturaleza está mucho más arriba y es más honesta y somos indignos a sus ojos.
Y nosotros somos tan indolentes con la naturaleza que creemos que ella nos ha puesto a sus hijos para adaptarlos y llamarlos mascotas y en realidad no sé quiénes somos peores, si una Lucero que mata por diversión o nosotros que obligamos a nuestros animales a mover la cola y llamarles “mejores amigos”, también por diversión.
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