Divide y vencerás…
Alfredo Castillo, Comisionado para Michoacán ha logrado el más importante de sus cometidos, y no se trata del cumplimiento de las promesas presidenciales en la Estrategia Integral para Michoacán, ni la vuelta a la institucionalidad y la paz social en la entidad, se trata de su verdadero objetivo de la agenda oculta, desactivar a las autodefensas y policías comunitarias.
Parece que no le fue muy difícil lograrlo, sólo bastó la captura de uno de los liderazgos de menor rango de la cúpula del grupo criminal michoacano, una serie de operativos sorpresa, muchos de ellos ni siquiera consignados en los medios, en donde se han desarticulado parte de las redes operativas de mandos medios de los caballeros templarios, en Morelia, Uruapan y Apatzingán, y una integración a la legalidad de los grupos civiles armados en varios municipios de estado.
¿Parece mucho? No, no lo es. Pues ha medido las expectativas de Consejo de Autodefensas y, de las prioridades, solicitadas ha resuelto avanzar en la mayor cantidad posible, pero que no lo comprometan a trastocar las estructuras financieras de grupo criminal michoacano, muchas de ellas plenamente identificadas e intocadas al momento.
Y es que no es lo mismo, consignar a casi 400 personas por su posible responsabilidad de hechos delictivos ligados a los caballeros templarios, que clausurar negocios y congelar cuentas bancarias ligadas con actividades ilícitas detectadas ya tanto por la inteligencia gubernamental como por el señalamiento directo de personas involucradas que ahora colaboran con el gobierno y las autodefensas.
Y en le camino, al institucionalizar el movimiento de autodefensas y dotarlos de un poder meta constitucional de facto como autoridades paralelas en el estado y municipios, sabía que propiciaría el celo político, crearía disputas internas y acabaría disolviendo los lazos fraternos que por supervivencia muchos de esos hombres habían creado entre sí.
Más allá de “con quien me entiendo”, al sembrar astutamente estas disputas intestinas, sabía muy bien que, con ello, frenaría su avance en más municipios, pondría un límite a la simpatía que ganaba en la sociedad el movimiento y lograría ponerlos indirectamente donde le pidieron que los debía que tener, bajo su control.
Ahora, con la inclusión de “indultados” y “perdonados” en las filas comunitarias, se resquebrajará y desvirtuará el movimiento, sus integrantes originarios quedarán al descubierto ante la posibilidad de que los “volteados” trabajen como infiltrados, y se pone en riesgo toda legitimidad, pues algunas células de las autodefensas se podría convertir el la semilla de nuevos carteles regionales.
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