Des-humanismo// By @Ruy_Carreno
Por Ruy Carreño
Como haré para explicarles que no entiendo los días que vivimos, llenos de caos y de miedo; tal parece que estamos condenados al fracaso; la falta de humanismo, nos llena de muerte, destruye y carcome; llena de huesos las tumbas inexistentes; todo me duele, todo me asedia; el silencio y la noche son el único refugio que encuentro seguro, ante el fantasma de la realidad que recorre las calles; ante el mundo hinchado por la soberbia y vanidad; uno no deja de ser sensible a la miseria del hombre y la mujer que lo iguala en maldad.
Los hechos ocurridos el pasado viernes en Tanhuato, Michoacán; más allá de la versión oficial y lo que se vislumbra gracias a las investigaciones periodísticas realizadas al respecto, son monstruosos; ¿hasta dónde seremos capases de llegar como género?, todo crimen es intolerable; más nos hemos olvidado que también los criminales son hermanos nuestros; que todo ser humano tiene derechos y es el Estado quien tiene la obligación de respetar esos derechos; las ejecuciones extrajudiciales, vistas de desde cualquier arista, son un crimen y debe ser castigado; es ahí donde la línea es cada vez más delgada entre víctima y victimario; así la legitimidad en el uso de la fuerza (armada en este caso) por parte del Estado invierte los papeles y hace que éste pase de ser héroe a villano.
Nos hemos vuelto indiferentes al dolor de los otros; muertos más, muertos menos: muertos están. Y al fin de cuentas, pasan a ser parte de un número, de una errática cifra oficial, son fantasmas, nombres que han de quedar en el olvido; pero ¿qué hay de las familias? ¿qué hay de los sueños arrasados por las balas?; no estamos aprendiendo la lección (si la hay), inconscientemente somos cómplices de una guerra que no estamos dispuestos a dar.
En estos días no he leído notas de prensa relacionadas con el crimen y violencia que se vive (o ¿debería decir que se muere?) en nuestro país; tal vez por cobardía o por miedo; todo me hiere; tanto como la morbosidad con que se leen; pareciera que estamos sedientos de sangre, perdiendo todo pudor; cuando quizá la dignidad sea lo último que permanece inherente los muertos y ésta también les ha sido arrebatada.
No sé adonde quiero llegar con todo esto, no hay caminos; vivimos inmersos en un sin sentido, en una falta de valor por lo humano, entendido esto como un todo, como una comunidad congénere; el humanismo sufre una muerte lenta, nuestra forma de vida nos condena a morir cada día, con pequeñas dosis de miedo ante la realidad vamos muriendo; contra eso sólo queda luchar y trascender, luchar no contra nuestra especie, sino contra los demonios que uno lleva adentro.