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Un terremoto magnitud 6.1 en la escala de Ritcher sacudió el sureste de Afganistán, la madrugada del miércoles 22 de junio, dejando al menos un millar de muertos y mil 500 heridos, según autoridades locales.
El terremoto tuvo epicentro en la provincia afgana de Paktika, a unos kilómetros de la provincia de Khost, ambas resultando gravemente afectadas por el movimiento telúrico.
Autoridades señalan que este es el terremoto más mortal en dos décadas en el país y no descartan que el número de víctimas aumente.
Declararon también que debido a todas las restricciones que tiene el país desde que el Talibán, el movimiento islamista recuperó el poder y control del país, la emergencia no puede ser atendida de manera eficaz ya que el gobierno es “financieramente incapaz de ayudar a la gente en la medida que necesita”.
«Las agencias internacionales están ayudando, los países vecinos y del mundo han ofrecido su asistencia, que apreciamos y agradecemos. Pero la asistencia debe ampliarse en gran medida porque este es un terremoto devastador que no se ha experimentado en décadas», dijo a la BBC Abdul Qahar Balkhi, un alto funcionario talibán.
Aunado a eso, las labores de rescate se han visto retrasadas y entorpecidas por las fuertes lluvias y granizadas.
El país vecino Pakistán y Naciones Unidas informaron que están brindando apoyo humanitario, el cual incluye suministros médicos y despliegue de equipos de rescate.